Esta crisis rompe todas las reglas. Hasta aquella que dice que los periodistas no deben ser objeto de noticia. Hoy es el Día Mundial de la Libertad de Prensa y resulta difícil escribir sobre ella. Resulta difícil escribir sobre una pluralidad amenazada. Porque eso es lo que hacen los ERTEs. Resulta difícil entender que un sector que es esencial por decreto no tenga protección. La Federación de Periodistas levantó la voz hace días, recordando que la información es un derecho.

En cualquier caso, como dice mi compañero Juan Gavasa, “los periodistas vivimos en crisis permanente”. Lo explica en un email, porque vive a miles de kilómetros, en Canadá. Se da la paradoja que el medio que dirije allí, PanamericanWorld, está alcanzando ahora los mayores índices de tráfico de su historia pero sospecha «que va a ser cada vez más difícil monetizarlo» por la «crisis publicitaria». El golpe a los medios ya ha llegado allí y a sus vecinos del Sur. «Las principales cabeceras están sufriendo lo indecible para sobrevivir sin que salga perjudicado el producto». Las ediciones digitales, la mayoría con muros de pago, no logran ser rentables. «Es un problema de modelo de negocio».

Juan trabaja a destajo mientras piensa en España. En su madre, en su Jaca natal. Cree que puede haber una oportunidad, «si sabemos identificar los nuevos escenarios que se abrirán tras la crisis». «Van a surgir nuevas oportunidades. Millones de personas, de repente, se han familiarizado con herramientas de comunicación virtual que van a seguir utilizando en el futuro».

En las palabras de Juan hay mucha pasión por esta profesión, a pesar de la crisis. Y lo mismo ocurre cuando contacto con Belén Lorente. Esta periodista zaragozana ha pasado la crisis entre la corresponsalía de Portugal de TVE e Italia, donde estuvo veinte días como enviada, para reforzar el equipo de Lorenzo Milá. Estar en Roma fue «impactante». Informar, complicado. Pero también le permitió volver a saborear el periodismo que a todos nos enamora. El de «salir a la calle a ver qué rascas». Y reflexionar sobre la responsabilidad, sobre la deontología profesional. «Tenemos que ofrecer la verdad, tenemos que luchar contra las fake news, que es un tema que a mí me enfada especialmente», explica. Y eso es lo que ha hecho, cuando ha tocado trabajar en la calle o de desde su ventana, cuando tuvo que regresar a Portugal y seguir informando mientras permanecía en cuarentena. Haciendo entrevistas por Skype o sacándo imágenes de whattsapp. Ensayando métodos que antes no hubiéramos imaginado. «Las nuevas formas de comunicar es unas de las cosas que vamos a sacar de esta crisis», dice.

En Portugal, la situación es mucho mejor que en España. «Aquí, casi sin casos, cerraron fronteras el mismo día que España decretó el estado de alarma». Belén siempre tiene un ojo abierto para mirar la información de los medios de Aragón, donde siguen su familia y sus tres hijos, a los que no podrá ver hasta que esto pase.

El trabajo de todos ha cambiado. También, aunque menos, el de las agencias. Como es el caso de Isabel Poncela, delegada de EFE y presidenta de la Asociación de Periodistas de Aragón. Ahora le preocupa la profesión. Sus compañeros. «La crisis de los medios es estructural; no hemos sabido adaptarnos a la revolución digital. No hemos sabido hacer valer que la información de calidad tiene un precio». Y ahora es más valiosa que nunca, frente a los bulos.

Isabel piensa en alto al reflexionar en la situación en la que van a quedar muchos medios por la caída de la publicidad. «Los periodistas somos garante de un derecho constitucional». Por eso, toda la red de Colegios de Periodistas instó al Gobierno a que aprobase urgentemente un paquete de ayudas destinado a garantizarlo.

La situación pinta mal. Quizás haya que acudir a quienes han vivido unas cuantas crisis. Los maestros. Mi maestra. Llamo a Lola Ester, una de las grandes periodistas aragonesas. Le pido un final para esta página: «En las situaciones de crisis se puede hacer un grandísimo periodismo. ¿Que cómo saldremos? Muy tocados. Se ofreció nuestro trabajo gratis por internet, como si no valiera nada, pero se ha demostrado que sí se vale. Se trabaja en precario. Pero tenemos el poder de nuestra firma. Podemos plantar cara y defender el rigor y la honestidad. Y se pondrán salvar los medios que así lo hagan, porque eso lo necesitamos todos».