“Nuestro colectivo ya tiene una gran experiencia soportando calamidades, posguerras y encierro”. Este es el resumen del Consejo Aragonés de las Personas Mayores (Coapema) a la hora de analizar la situación de los ancianos que se quedan en casa aislados por el coronavirus. La realidad es la que es: las personas mayores viven esta situación como un paso más en sus trayectorias vitales. “De crío viví entre guardias civiles y maquis, ahora ya no le tengo miedo a nada”, señala Santiago Marco, que a sus 91 años vive en Biscarrués intentando valerse por sí mismo en todo lo posible.

Su rutina ha cambiado bastante: ya no hace el paseo diario por los caminos de detrás de la iglesia y se limita a atender a las plantas que tiene en el viejo corral. Procura informarse más por la radio que por la televisión y señala que ha retomado el hábito de lectura. “No me enseñó nadie, aprendí yo solo en el monte”, dice. Y se toma con humor lo de no salir de casa: “Cuando era pastor ya dormí bastante al aire libre”.

El presidente de Coapema, Francisco Javier Iriarte, confirma que este tipo de testimonios son habituales. La tercera edad ha vivido de todo y mantiene más vitalidad de la que parece a simple vista. Una vez cubiertas las necesidades básicas de este sector de la población tras el cierre de centros de día, bares y los entretenimientos que solían necesitar, se están tomando el confinamiento con resignación y siguiendo los consejos que les trasladan.

“Los ancianos ya han demostrado su responsabilidad en otras ocasiones”, señala. Pone como ejemplo que actuaron como colchón familiar en la crisis del 2008. “Lo están llevando muy bien, pues son conscientes de que estamos ante una situación de fuerza mayor”, señala. Por eso piden que no se olvide el contacto con los mismos, ya que la soledad podría ser un problema.

Para evitar este tipo de aislamiento, en muchos lugares se está empezando a trabajar en redes vecinales para garantizar que las personas que no pueden salir a la calle logren todo lo que necesitan. Es el caso de la comarca de la Galliguera, en la que los propios habitantes de los pueblos están ofreciendo colaboración a las personas dependientes. La concejal de Servicios Sociales, Lola Giménez, destaca que la respuesta vecinal ha sido “magnífica” para evitar molestias.

Otro ejemplo es el de Ayuntamiento de Aladrén, en la que la gente joven se está volcando con sus mayores. “Intentamos que cada vez que se sale a una compra o al paseo con los perros nos digan cómo están a través del balcón”, dice la alcaldesa, Marta Blanco. Además, en estos días de tormentas han estado con problemas de suministro eléctrico y de cobertura, la colabroación aún ha sido mayor. "Hemos tenido que ser los más jóvenes, los que desplazándonos a las afueras del pueblo en busca de cobertura por la falta de suministro eléctrico, quienes hemos comunicado a los familiares que están en Zaragoza u otros sitios, que su familia estaba bien", dice.

Algo así han pensado en Teruel, donde el consistorio con las asociaciones vecinales ha puesto en servicio un teléfono (628750544) al que llamar para recibir colaboración. Cuentan con una trabajadora social gestionando el servicio, pero serán los voluntarios que se apunten los que realizarán las principales tareas. Por el momento destacan que funcionarán mediante el “ensayo y error” y respetando en todo momento los protocolos sanitarios.

A sus 91 años , Marco no teme a la enfermedad. “No me duele la cabeza, así que no podemos vivir con miedo”, destaca.