Christian Prudhomme, director del Tour, dijo ayer que «la cuestión no es hacerlo más duro, sino más variado». La frase, pronunciada en la presentación oficial en París de la ronda francesa del 2019, resume el espíritu con el que la organización ha trabajado el diseño de la próxima edición de la prueba, de una carrera que se inspira en el nuevo modelo de rondas de tres semanas creado por la Vuelta: etapas de montaña de corto recorrido, búsqueda de muros y puertos explosivos y considerable recorte de los kilómetros de contrarreloj.

En el próximo Tour, por ejemplo, solo se ha programado una crono individual, por los alrededores de Pau, con 27 kilómetros, irrisorios si se compara al flujo y coloridas contrarrelojes que acompañaron a Miguel Induráin en su época de oro. Así, por ejemplo, Tom Dumoulin, el ciclista que más se le asemeja, sale castigado para la próxima cita francesa (del 6 al 28 de julio) ante los escaladores locales, Bardet y Pinot.

Y también es cierto que los dos principales reclamos españoles, Mikel Landa y el emergente Enric Mas, salen favorecidos con un trazado que incluye nada menos que 30 puertos de montaña con cinco llegadas en alto, lo que testimonia el perfil eminentemente montañoso de un Tour que, en los Alpes, se decidirá a más de 2.000 metros de altitud, incluyendo colosos famosos como el Izoard, el Galibier o el Iseran; sin olvidar, tampoco, a unos Pirineos poblados de cimas donde destaca, sobre todo, la ascensión final al Tourmalet, con meta en la cumbre, como gran atractivo de esta cordillera.

En el año en el que se homenajea el centenario de la creación del jersey amarillo para distinguir al primero de la general, en el que se rinde tributo al ciclista que lo llevó por primera vez en el 1919 (Eugeni Christophe), también se distingue a Eddy Merckx, porque se celebrará el 50 aniversario de la primera de las cinco victorias. Por eso, la prueba partirá de Bruselas.

El Tour no vivirá solo de los Pirineos y los Alpes, puesto que los Vosgos llegan con personalidad propia, con dos etapas, sobre todo la segunda, cargadas de trampas. La sexta jornada se recrea con la cuesta final, nueva ruta y por encima del 20%, en La Planche des Belles Filles, con paso previo por el Ballon de Alsacia.

Tampoco salen demasiado bien parados los velocistas, estilo Sagan, puesto que el Tour ha querido también reducir el número de etapas llanas y esprints. Difícilmente se superará la media docena de llegadas masivas. Pero, porque el Tour es el Tour y el Sky es el Sky, el conjunto británico volverá a ser el gran candidato al triunfo final.