Cumplió Cristian Álvarez ante el Lugo, en el mismo campo donde debutó en Segunda con el Zaragoza, sesenta partidos en la categoría de plata con el equipo aragonés, distribuidos entre la temporada pasada, 36, y los 24 que lleva en la actual. En ellos el arquero argentino ha sido absolutamente vital para el equipo. Tanto que se puede afirmar que ha contribuido de forma decisiva a trece victorias y seis empates en esta poco más de temporada y meda que viste la elástica blanquilla. Es decir, 45 puntos, una barbaridad.

Cristian es de Rosario, como Messi y, si el Barcelona tiene en el delantero al jugador más determinante en la élite, el Zaragoza posee en su compatriota al arquero que más puntos es capaz de ganar con sus intervenciones. Cristian no había pisado la categoría de plata, ni en Argentina ni aquí, cuando el Zaragoza le abrió la puerta a su retorno al fútbol. Y ha dejado claro que se le queda pequeña, que en él habita un arquero de nivel para la élite y que acumula una colección de grandes paradas, algunas de ellas tan milagrosas como la que le hizo a Manu Barreiro en Lugo, donde realizó un total de siete intervenciones. En Pamplona el curso pasado llegó hasta nueve en una tarde donde directamente fue un muro para propiciar el triunfo zaragocista en El Sadar.

Esta temporada, Cristian ha sido de los pocos que ha mantenido el nivel en el equipo con respecto al curso pasado. Ha sido decisivo en tres victorias, ante el Sporting, el Oviedo y el Lugo, es decir en medio de la actual remontada liguera del conjunto de Víctor Fernández, y antes lo fue en los empates frente al Albacete, el Osasuna y el Córdoba, además de mantener un buen nivel en la mayoría de los partidos, salvando por ejemplo de una goleada mayor al Zaragoza en la visita del Lugo (0-2) o del Cádiz (0-1) a La Romareda.

No necesita ser el portero que más interviene y los errores atrás del Zaragoza han hecho que, pese a su clara tendencia a los milagros, ya lleve 31 goles encajados en 24 citas (solo no recibió el del Extremadura en el Municipal, ya que jugó Ratón), un dato global que solo supera el arquero del Córdoba Carlos Abad (32), aunque en 19 partidos.

En el triunfo en El Molinón (1-2) tras el parón navideño salvó un gran cabezazo de Djurdevic en el tramo final, mientras que en el coquistado ante el Oviedo (2-0) fue clave con 0-0 en despejar un remate de Mossa y en rechazar el penalti de Alanís (ha parado cuatro de los ocho que le han lanzado), mientras que en Lugo (1-2) el sábado dejó un repertorio de paradas entre las que destacaron la que le hizo a Toni Martínez en el mano a mano que pudo ser el 2-0 y la tremenda intervención a los pies de Manu Barreiro cuando este le intentó elevar el balón con el 1-1 en el marcador. te año comenzó en el Carlos Belmonte (2-2), en Albacete. Allí el Zaragoza igualó el 2-0 pero en el tramo final pudo perder en un gran remate de cabeza de Ortuño que el argentino desvió. Contra Osasuna (1-1), un equipo que se le da muy bien, como el Sporting, detuvo el penalti de Brandon con 0-0 en el marcador y atajó varios disparos en el tramo final, sobre todo uno a Rubén García con la ayuda de Lasure. Mientras, contra el Córdoba (0-0), en el peor partido del curso del Zaragoza, salvó de la derrota en un tiró del canterano Andrés a falta de cinco minutos.

EL PRIMER AÑO

Su primer curso como zaragocista le llevó directamente a los altares de la afición, siendo decisivo en diez triunfos y tres empates, en 33 puntos, la gran mayoría en la magnífica segunda vuelta del equipo, donde fue el otro pilar de esa reacción junto a Borja Iglesias. Empezó como suplente hasta que ganó tono físico y Natxo González le hizo debutar en Copa ante el Granada para disputar su primera cita liguera en el Anxo Carro, en la quinta jornada. Allí no pudo evitar la derrota pero ya dejó claro que había llegado para quedarse como indiscutible con varias paradas de mérito. En la primera vuelta liguera fue decisivo en el empate ante el Nástic (1-1), donde Manu Barreiro se topó con él, y en los triunfos ante el Rayo Vallecano (3-2), con paradas ante Embarga y De Tomás, y sobre todo en Gijón (0-1), despejando un penalti de Michael Santos y el posterior remate de Pablo Pérez.

Queda dicho que en la segunda vuelta su figura se agigantó, como la de Borja Iglesias, para que el Zaragoza se lanzara a través del abc del fútbol, un portero que las para y un delantero que marca los goles. En total, fue clave en ocho triunfos y dos empates. La victoria ante el Córdoba (1-0), un triunfo que marcó el inicio de la reacción, se cimentó en un penalti parado a Alfaro. Después, llegaron victorias ante Lugo (2-0), Nástic (0-2) y Numancia (1-2) con un buen repertorio de paradas hasta que en la jornada 31 fue un pulpo en El Sadar, donde Quique soñó con él (1-2).

Más triunfos, ante la Cultural (0-1), el Sporting (2-1) y el Valladolid (3-2), tuvieron sus paradas, sobre todo en el duelo directo con el conjunto pucelano, en el que Toni Villa o Míchel le exigieron en la recta final de un partido que certificó el pase al playoff, mientras que en los empates en la segunda vuelta contra el Alcorcón (1-1), que salvó la cabeza de Natxo, y el Reus (1-1) también tuvieron el sello del portero más decisivo de la categoría.