Bienvenidas sean las victorias aunque éstas lleguen con el corazón pidiendo paso para salirse del pecho y hasta aderezadas, si se quiere ver así, con un punto de injusticia, de suerte o de lo que sea. El Zaragoza, que llevaba sin ganar en la Liga en su feudo desde el 19 de octubre, cuando se impuso por la mínima al Valladolid, en un partido agónico, repitió ayer guión y triunfo liguero --en Copa ganó al Betis (3-1)-- casi cuatro meses después. Han sido necesarios 113 días para acabar con una sangría de puntos que se estaba escapando del feudo zaragocista y que amenazaba con ser el factor decisivo para dar con los huesos en Segunda. El peligro del descenso sigue, pero el oxígeno de estos tres logrados ante el conjunto donostiarra tiene un valor vital.

Aquel 19 de octubre el Valladolid fue mejor que el Zaragoza. Sobre todo en la primera parte. Makukula se convirtió en una pesadilla, aunque el que marcó fue Savio, a pase de Villa --la misma conexión que en el primer gol de ayer, aunque cambiados los papeles-- y el rival no acertó ni pudo con un rival que se quedó con diez por la expulsión injusta de Ponzio en la segunda parte. Apelando a la heroica, los tres puntos no se marcharon de La Romareda, como anoche.

Estadística demoledora

También la Real Sociedad dio en muchos momentos la sensación de superioridad, tampoco menor fue la angustia de la grada y, a pesar de eso --o quizá por esas razones--, los tres puntos tienen sabor a gloria y valor de oro. Para que luego digan que en el fútbol lo que prima es el espectáculo y por detrás está el marcador. No, desde luego, en situaciones desesperadas como la del Zaragoza, en las que cada triunfo se eleva a la categoría de un bien absolutamente imprescindible.

Desde aquella victoria --antes el equipo aragonés había ganado también en La Romareda al Murcia (3-0) y había caído ante Deportivo y Betis-- se abrió la brecha. Lo que nuca pudo llamarse como fortín terminó de convertirse en plastilina para que Real Madrid (0-0), Celta (1-1), Athletic (2-2) y Atlético (0-0) pudieran empatar y Albacete (0-1) y Mallorca (1-3) se llevaran la victoria. En total, cuatro puntos de 24 posibles. El grifo, por fin, acabó por cerrarse.

Así debe seguir. Sabe Víctor, y también sus jugadores, que la permanencia pasa por ganar solidez en casa para enmendar la raquítica estadística como local: trece puntos sobre 33 disputados dejan al conjunto aragonés como uno de los peores de la Liga en ese apartado, sólo superado por el Celta (9), Espanyol (10) y Racing de Santander (12).

Las matemáticas no engañan. Al Zaragoza le hacen falta aún 20 puntos para sellar con toda seguridad su permanencia en la élite. Quizá al final el descenso tenga un precio menos caro, pero los 43 puntos garantizan la salvación. Son siete victorias por lograr y una parte decisiva de ese botín debe llegar en un feudo que volvió a echar su agónica llave.