La dramática imagen de Miklos Feher tendido en el césped del estadio del Vitoria de Guimaraes, en un partido televisado de la Liga portuguesa, recordó inmediatamente otro episodio similar ocurrido hace siete meses, cuando el camerunés Marc-Vivien Foé se desplomó en el centro del terreno de juego, en el minuto 72 de la semifinal de la Copa de las Confederaciones que Camerún y Colombia jugaban en Lyón (Francia). Aquel caluroso 26 de junio, el futbolista camerunés falleció en los propios vestuarios del estadio, 45 minutos después de desfallecer. Un fallo cardiaco fue también el diagnóstico.

El fallecimiento de deportistas en plena práctica de su especialidad es un fenómeno que, afortunadamente, no es frecuente, pero que de vez en cuando golpea con fuerza las retinas de los espectadores. Habitualmente, las muertes no son producto de la violencia del juego, sino de dolencias físicas inesperadas que castigan a las víctimas. Una de las pocas excepciones fue el caso de un hermano el exazulgrana Emmanuel Petit, Olivier, que falleció en 1987, a los 20 años, víctima de un derrame cerebral durante un partido. Otro centrocampista francés de la misma generación, Didier Deschamps, sufrió también la desaparición de un hermano, aunque en este caso en un accidente de avión.

Los problemas de corazón suelen ser los que aparecen casi siempre en las autopsias de esas muertes súbitas. En noviembre del 2001, Ernesto de la Torre, un modesto jugador de baloncesto del Caja Rioja, se desplomó debajo del aro en pleno partido, falleciendo poco después. Diego García, un maratoniano de éxito (plata en el Europeo de 1994), murió en el 2001 mientras entrenaba.

Desde que el 13 de julio de 1967 el ciclista inglés Tom Simpson, de 29 años, falleció en la cuneta del Mont Ventoux por una letal mezcla de calor y anfetaminas, las imágenes de víctimas deportivas han ido goteando macabramente.

Los antecedentes

El fútbol húngaro --nacionalidad de Feher-- también sufrió otra tragedia hace dos años, cuando el hermano menor del internacional Pal Dardai, que juega en el Hertha de Berlín, murió en circunstancias similares a las del futbolista de José Antonio Camacho en el Benfica.

El nigeriano Samuel Okwaraji cayó al suelo, por una crisis cardiaca, a 10 minutos del final de un partido contra Angola, clasificatorio para el Mundial. La autopsia reveló un corazón hipertrófico y una presión muy alta. Otro nigeriano, John Ikoroma, de 17 años, sucumbió en un amistoso ante Emiratos Arabes. Las tormentas con rayos también han provocado numerosas víctimas, como los colombianos Córdoba y Gaviria, alcanzados en un entrenamiento en el 2002.