La sección de balonmano del Stadium Casablanca cerró una gloriosa etapa hace pocos días. Manolo Giménez, historia viva del club, dejó la institución después de 37 años de vinculación, las tres últimas décadas como delegado. Era el más veterano de todas las secciones de la institución. Los estatutos del club indican que a los 65 años los delegados de las secciones deben dejar el cargo, aunque el afirme que el cansancio y la crítica situación económica del club que puede suponer la renuncia al equipo de Primera han sido las causas principales.

El Stadium Casablanca solo contaba como patrocinador con Fincas Luna y tenía que sobrellevar los gastos de los viajes y los entrenadores. Cuenta con siete equipos y un apoyo a las canteras de El Buen Pastor, Colores y Moncayo. «Cobran casi todos los entrenadores y hay que hacerles un contrato laboral. Hay un equipo de voluntarios inmenso en la sección dentro de la legalidad. En Aragón no hay ayudas como en los clubs de fuera y lo que vale un equipo de Primera Nacional es mucho y eso que los jugadores no cobran nada», dice.

Fue hace quince días cuando la junta directiva del Stadium Casablanca le indicó a Giménez que el equipo de Primera debería dar un paso atrás el año que viene si no recibía ayudas pese a acabar la Liga en una magnífica quinta posición. «Me lo dijo Chema Naval, el presidente de la Agrupación Deportiva». Entonces Giménez decidió dimitir. «Llevo 37 años luchando y veo que esto no cambia. Me reuní con la junta rectora del club, les expliqué lo que había pasado con el equipo de Primera y les dije que daba un paso atrás y que entrara gente nueva». Ahora los que han tomado el relevo de Giménez son Pablo Giménez y Carlos Gil junto a Sergio Bordonaba.

Sentimientos

Su paso atrás ha supuesto un cumulo de sentimientos. «Pero no tengo ningún tipo de rencor. La crisis ha provocado que no se hayan abierto puertas. Hacerse cargo de la sección supone echar muchas horas por amor al arte y es muy difícil que haya gente que se involucre. Yo lo he hecho, pero me ha costado muchos disgustos dejar a mi familia medio abandonada por el balonmano», Ahora la vida ha cambiado de manera radical a sus 66 años. «Hace dos semanas que no me he pasado por el club y quiero empezar a dedicarme a la bici. Sigo en contacto con Giménez y Gil por si tienen dudas. No quiero desvincularme del balonmano», explica.

Giménez se siente muy orgulloso de su etapa como delegado. «En todos estos años jamás ha habido una queja. Nadie ha estado disconforme y nos hemos centrado en la formación». El 15 de junio hay que inscribir al equipo un nuevo año en Primera. «Pablo Giménez ha presentado un proyecto al club para que lo apruebe y ellos le dirán si es viable o se ofrece a otra entidad. Giménez no ha pensado en el equipo de Primera, sino en la cantera. Y ahora la tenemos muy buena y de aquí tienen que salir los jugadores del futuro», dice.

Giménez comenzó a jugar a balonmano en el Zaragoza siendo cadete y después le llamó el San Fernando. Jugaba en los puestos de pivote y central. «Fuimos campeones de Aragón. Después jugué en el Dyanmus con más de 30 años en Primera». Hasta que se vinculó al Stadium como jugador. «Me llamó Miguel Ángel Rodríguez. Había un equipo y creció la sección. Me rompí el ligamento cruzado. La sección necesitaba un apoyo y José Ignacio Madoz me dijo que recogiera el testigo de Rodríguez. Los años gloriosos fueron el ascenso a la Asobal en La Granja», recuerda