Es probablemente la frase más famosa de la historia del balompié, desde luego en España: "Fútbol es fútbol". La pronunció Vujadin Boskov, uno de los entrenadores que mayor huella dejó en España y en Italia entre finales de los 70 y los 90. Le abrió esa puerta, la de la celebridad, el Real Zaragoza, como hizo con tantos otros en esos tiempos en los que el club sabía exactamente qué era y a quién representaba. Ayer, tras conocer que había fallecido en Génova a los 82 años, lloraban su pérdida todos los que le conocieron en su etapa blanquilla, como Villanova, Irazusta, Amorrortu... O como Pichi Alonso, claro, que nunca olvidará aquella tarde de marzo del 79 en la que le marcó cinco goles al Espanyol. Estaba sentado en el banquillo Vujadin, que mantuvo contactos con Zaragoza hasta sus últimos días.

A Boskov lo eligió Armando Sisqués en 1978 para dar forma a un equipo que andaba sacudiéndose el polvo de los Zaraguayos. De vuelta a Primera llegó un gran desconocido del público para dejar una señal imborrable a los que trabajaron cerca de él en ese Zaragoza que, sin hacer una buena temporada en cuanto a resultados, anunció el fútbol divertido que venía y trituró a los grandes en La Romareda.

El serbio no era un cualquiera, desde luego. Ya había dirigido a la selección yugoslava y acababa de dejar el reputado Feyenoord holandés. Después completaría una carrera impresionante en los banquillos de Real Madrid, Sporting, Sampdoria, Roma, Napoli, Yugoslavia... Llevó hasta la final de la Copa de Europa a los blancos y a los genoveses, con los que sumó sus principales éxitos: Ligas, Copas y hasta una Recopa, que le dio el fútbol de Mancini y los goles de Vialli.

Un zaragocista pasó toda la temporada junto a él en el banquillo. Fue Manolo Villanova, entonces director deportivo, que conectó con el yugoslavo casi desde el primer día. Por eso el técnico le pidió a Sisqués tenerlo al lado. "Cogimos mucha amistad y yo aprendí muchísimo. Desde el principio vi sus cualidades, era diferente. Podíamos perder 4-0 que al día siguiente estaba como si hubiéramos ganado. Era exigente, pero sabía comunicarse y ayudaba siempre".

Pichi Alonso recuerda que Boskov "lo cambió todo radicalmente. Empezó a crear jugadas, a hacer posesiones con la mano... Llegabas a entrenar y no sabías lo que te esperaba, era muy divertido. Él inventó el mediapunta y retrasó a Amorrortu, jugando en rombo con dos delanteros y él por detrás", explica el goleador. Antic añade: "Si preguntas a cualquier jugador de la época, incluidos Del Bosque y Camacho, hablan maravillas de él como técnico y como persona".

Su revolución llegó, efectivamente, en los entrenamientos. En aquella época, eran mucho más físicos que técnicos, hasta que el balcánico introdujo el balón, que pasó a ocupar un 90% del tiempo. Precisamente por eso, en una convención de entrenadores en Madrid, un eminente escritor le reprochó su forma de dirigir las prácticas. Boskov, con su español a la italiana, le replicó así: "Futbol e futbol, no atletica leggera (atletismo)". La primera parte de la frase pasaría a la historia del deporte, como tantas otras: "Ganar es mejor que empatar, empatar es mejor que perder" o "Prefiero perder un partido 9-0 que nueve partidos 1-0". Dignas de un genio, del maestro que se ha ido.