Otra vida más para Raúl Agné, que lleva ya un tiempo en el alambre sin terminar de caerse, sin una destitución que el club, si no cambia de planes, no acometerá tampoco esta semana. El técnico se sentará en el banquillo ante el Nástic después del gris y afortunado empate contra el Alcorcón. Sus números, 19 puntos en 15 partidos como entrenador, no le avalan, tampoco la situación, más cerca del descenso que de la promoción de ascenso, y ni de largo las sensaciones globales, pero la SAD, de momento, tiene decidido mantenerlo.

A Agné le salvó del cese la dimisión de Narcís Juliá, que pidió blindar al técnico hasta que se cerrara su salida. En ese tramo de dos semanas tras la derrota en Murcia el equipo empató ante el Lugo en casa y, sobre todo, ganó al Huesca en un partido que dio oxígeno al agotado crédito del técnico. La derrota con buena imagen ante el Levante no le penalizó demasiado, pero el equipo volvió a ofrecer malas sensaciones ante el Alcorcón, lo que vuelve a colocar de nuevo a Agné con la amenaza de despido que la SAD no va a ejecutar, aunque la confianza en el entrenador es escasa y la sensación de desesperanza con la temporada en las oficinas de la entidad es clara.

El Zaragoza tiene ahora dos partidos en casa, ante el Nástic y el Numancia, y está metido de lleno en la búsqueda de un director deportivo, de la persona que en teoría en cualquier club tiene una palabra de peso en la destitución de un técnico. El escaso margen económico obligaría a que la solución a ese despido, si llegara, estuviera en casa, en César Láinez, entrenador del filial. Agné sabe que vuelve a jugarse el puesto en esas citas, que necesita ganar, pero de momento sobrevive en el banquillo y el domingo se sentará frente al Nástic.