Consiguió una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Montreal, estaba en la cima del piragüismo, pero, después, aquello no le sirvió demasiado a José María Esteban Celorrio. "Estuve diez años con el equipo nacional, un tiempo durante el que no podía acceder a ningún trabajo ni estudiar una carrera, porque era una dedicación plena. Y esos diez años no me cuentan como cotización de la Seguridad Social. No me parece bien", se queja. Hoy es funcionario de Servicios Sociales del Ayuntamiento, aunque su incio en la administración pública estuvo ligado al deporte. "Cuando me retiré, me preparé una oposición y entré en el departamento de deportes. Pero luego creé una empresa de artículos deportivos; he estado veintitantos años así. Hace un tiempo pedí el reingreso en el Ayuntamiento", afirma.

Al igual que Garriga, cree que el deporte requiere dedicación exclusiva. "En la alta competición, la mente tiene que estar solamente en eso. No puedes estar pensando en el futuro". Además, reconoce la dificultad de adaptarse a la vida laboral. "Es un cambio profundo. Al principio no sabes qué hacer, estas un poco perdido y son unos años difíciles, un cierto trauma".