Siempre ha sido más fácil convertir a un atacante en un defensor que a la inversa porque siempre ha sido más sencillo destruir, patear un balón o impedir un gol que crear, golpear con precisión o meter la pelota en una portería, que no deja de ser un espacio reducido de 7,32 metros de largo por 2,44 de alto. Son numerosos los casos, y más con la modernización del fútbol, en los que jugadores que iniciaron su carrera como piezas netamente ofensivas, extremos, mediapuntas, interiores, terminan reconvertidos en defensas, aunque en la práctica no lo sean tanto porque son utilizados como peones de ataque partiendo desde posiciones muy defensivas.

En los últimos años, haciendo un paralelismo con el caso que nos atañe, lo han consumado con éxito por ejemplo Jordi Alba o Juankar, extremos ahora laterales con elevada vocación de despliegue, exzaragocista el segundo de ellos. Lo que está haciendo con éxito Natxo con Alain es algo similar y tiene toda la pinta de acabar como una feliz idea.

Oyarzun le da por la izquierda al Zaragoza lo que Delmás o Benito por la derecha. Regatea mejor que un lateral clásico y tiene recursos de atacante en la fase ofensiva. Incluso su adaptación defensiva está siendo buena. Llama a la titularidad continuada si su físico lo consiente. Quizá su futuro, esperanzador, esté ahí, en la reconversión definitiva.