La herida del racismo en los estadios vuelve a supurar y a cubrir de vergüenza el fútbol europeo. Pogdorica, capital de Montenegro, ha sido el último escenario de una representación infame. Inglaterra ganó con comodidad a Montenegro (1-5) en un partido de clasificación para la Eurocopa 2020, pero quedó empañada por la polémica surgida a raíz de los cánticos y los insultos racistas que un sector del público dedicó a algunos de los jugadores visitantes y, con especial ponzoña, a Rose, Sterling y al joven Callum Hudson-Odoi.

«Intentas disfrutar el momento, pero cuando empiezas a escuchar a los aficionados imitando a los monos tienes que esforzarte en mantener la cabeza fría. Es intolerable», dijo Hudson-Odoi. El momento más oprobioso se produjo cuando una parte de la afición local prorrumpió en gritos simiescos contra Danny Rose. La UEFA ha abierto un expediente disciplinario contra Montenegro.