—Usted ocupa la posición de lateral derecho, ¿siempre ha partido desde esa demarcación?

—Desde que era pequeño. Empecé en el equipo de mi pueblo, el Altafulla, ubicado en la banda y no me he movido de ese sitio. En cadetes del Nástic llegué a ocupar la posición de central, pero fue algo ocasional. Me gusta arrancar el ataque desde atrás.

—En el fútbol actual se pide que los laterales sean ofensivos.

—Hoy en día los laterales deben de buscar sorprender, tienen que tener recursos para ser inesperados. Cada vez se lleva más ese modelo de jugar por dentro y atacar por fuera. Es por eso que ahora se le da a esta posición un protagonismo que tiempo atrás no tenía. Normalmente se ven a los laterales ubicados de medio campo hacia delante, eso indica como está cambiando la exigencia sobre los futbolistas de este estilo.

—¿Cómo gestiona Natxo González su presencia en el campo?

—Se centra más en que logre el equilibrio. Para eso hay que defender pero siempre con una clara disposición a sumarme al ataque. Natxo siempre le da mucha importancia a tener el balón porque cuando lo dominas tienes muchas más posibilidades de hacer gol de que te lo hagan a ti.

—Fue también pupilo de Abelardo en el Sporting B. ¿Tuvo importancia en su desarrollo?

—Él me convenció para fichar por el Sporting. La verdad es que fue un técnico muy influyente en mi formación. Cuando aterricé en Gijón llevaba una trayectoria de lateral ofensivo, demasiado ofensivo. Abelardo me enseñó a ser más disciplinado ya que Jony jugaba de extremo, por tanto no tenía tanto pie a incorporarme arriba. Esos dos años con Abelardo me ayudaron a formarme defensivamente.

—Usted llegó a Gijón y se vio inmerso en un problema administrativo que le pesó mucho.

—Fue una situación de alto desgaste. Yo pensaba que había terminado mi vínculo con las categorías inferiores del Nástic el 30 de junio del 2013. Cuando creía que estaba libre me enteré de que había un documento con mi firma donde había renovado y yo no tenía ni idea. Me había guiado por lo que mi representante me asesoraba y firmaba lo que me decía, pero no sabía lo de la renovación. Acabamos yendo a los tribunales ya que eso afectaba a mi futuro profesional. No quería quedarme sin jugar, era muy joven y estaba en un muy buen estado de forma como para frenar mi progresión. Fue un asunto que me afectó de forma negativa en mi rendimiento.

—¿Le afectó tanto en lo deportivo como en lo económico?

—Yo me hice cargo de todo el dinero de la sentencia. Me pedían casi un millón y medio de euros por el caso, pero el juez reconoció la estafa y el engaño, pese a que estuviera mi firma, y me hizo pagar una cantidad mucho menor. Esta situación me afectó mucho en Gijón, me frenó de cara al haber llegado antes al fútbol profesional. Abelardo me subió a entrenar varias veces con el primer equipo y creo que pude haber llegado a debutar con el Sporting. Fue una forma gris de dejar el Nástic de Tarragona.

—Más tarde fichó por el Reus, el máximo rival del Nástic. ¿Fue una pequeña venganza?

—Fueron más las ganas de volver a mi casa. Cuando terminé contrato con en el Sporting llegó un momento de mi vida donde no sabía qué iba a hacer. No había finalizado mis estudios y la Segunda B solo te da para comer. Mi experiencia lejos de casa no salió muy bien y decidí regresar gracias a la oportunidad que me ofreció el Reus.

—¿Cree que la Segunda División es cada año más complicada?

—Cada vez hay más nivel, sobre todo en los equipos de arriba. Esto se aprecia mejor cuando asciendes de Segunda B. Los futbolistas de Segunda cada vez tienen mejores prestaciones, muchos de ellos hace poco tiempo estaban jugado en Europa, o tenían protagonismo en Primera y eso se nota. Yo creo que es bueno para la categoría, porque antes asociabas la Segunda con el fútbol de barro y ahora es cada vez más técnico.

—Notó el salto de Segunda B a Segunda, ¿también el salto del Reus al Zaragoza?

—Ese cambio es real. El Real Zaragoza está un escalón por encima de la Segunda División, es pasar a otra dimensión. Es entendible que se exija en función al estatus de este equipo.

—¿La exigencia es algo que va unido a la camiseta blanquilla?

—Es algo que sabes que va a haber en el momento que aterrizas en Zaragoza. La exigencia no afecta de forma directa, pero de cierta manera influye. No la notas en tu cabeza, pero sabes que está ahí. Sabes que lo que hay detrás es grande, hay mucho sentimiento y muchas personas que quieren que todo vaya bien. Esa responsabilidad es obligatoria en todo club grande.

—El Real Zaragoza es uno de los equipos de menor edad en la Liga, ¿como influye la media de edad en el equipo?

—En el Zaragoza hay un nivel muy alto de fútbol, todos los jóvenes tienen un alto potencial que poco a poco están mostrando. Quitando los veteranos es una plantilla con muchos jóvenes que aún tienen que explotar. Aquí se pide que todo llegue al momento, algo que es normal por la talla del club, pero veo un equipo que estoy convencido de que dará muy buenos momentos. En los entrenamientos me doy cuenta de todo el potencial que hay dentro de esta plantilla. Muchas veces los resultados no dejan ver la capacidad del equipo.

—En la primera vuelta se fue un mal local pero se era regular fuera de casa. En la segunda vuelta se está siendo un buen local, pero se es un mal visitante. ¿Cómo se puede lograr el equilibrio?

—Estoy convencido de que el partido contra el Alcorcón lo hubiéramos perdido en la primera vuelta. Fuera de casa hemos empezado los dos partidos venciendo, pero no hemos sabido gestionar las ventajas. Quizás nos está faltando creernos más nuestras posibilidades, pero los partidos de fuera cada vez van a ser más complicados ya que los rivales se juegan mucho en sus partidos como local. Es importante que nos hagamos fuertes en La Romareda, porque significará que estaremos más cerca de ser regulares.

—¿El objetivo es llegar a los 50 puntos?

—Tenemos que alcanzar los 50 puntos cuanto antes y que queden las suficientes jornadas como para poder aspirar a los puestos de arriba. El equipo tiene fijada esa meta, porque ahora mismo ocupamos los primeros puestos en esta segunda vuelta. Debemos de ser sinceros con la situación, pero sabemos que tenemos potencial para estar más arriba.

—¿Existe miedo por las posiciones del descenso?

—No, yo no puedo mirar al descenso estando en el Zaragoza. Debemos de ser consecuentes con nuestra situación, pero sabemos que si seguimos trabajando estaremos en una situación mejor. Tenemos un nivel individual y colectivo por encima de los equipos que ocupan esas posiciones.

—Hay equipos que ganan por pura inercia, ¿tiene este Zaragoza como asignatura pendiente vencer en condiciones adversas?

—Cuando he estado lesionado desde fuera he visto que este equipo ha merecido más puntos de los que tiene. Ha habido muchos partidos donde no hemos conseguido sacar los puntos que merecíamos y eso se nota ahora. Necesitaríamos ganar como venció el Alcorcón en La Romareda, que sacó los tres puntos con un tiro a puerta.

—¿Cree que el contexto que rodea al Real Zaragoza puede afectar al juego de los futbolistas?

—En Reus quizás pensaba menos a la hora de tomar decisiones. Cuando juegas en La Romareda te da la sensación de que tienes que ir a atacar cuando quizás tienes que cuidar más la defensa. Aquí un fallo se agiganta más que en Reus. Es lo normal en un club de grandes dimensiones.

—Empezó la temporada a un muy buen nivel pero desde su lesión ante el Nástic ha bajado sus prestaciones. ¿Cómo le afectó ese periodo de baja?

—He tenido dos lesiones complicadas en esta temporada. Me lesiono y, tras recuperarme, regreso a los terrenos de juego en Huesca y vuelvo a estar otro mes parado. Esto para cualquier futbolista es muy perjudicial, porque te estancas, pierdes el ritmo de competición, y te cuesta coger la dinámica otra vez. Yo soy sincero, cuando empecé lo hice francamente bien. Seguía el ritmo de crecimiento del año pasado y ahora esa situación me ha lastrado. Estoy convencido de que voy a ir a más, cada vez me encuentro mejor en el juego.

—¿Hay competencia sana con Julian Delmás?

—Yo creo que sí que la hay, porque si no existiera ninguno no daríamos el máximo. Yo creo que Julián ha dado un paso de gigante, no es fácil pasar a jugar en Tercera División al Real Zaragoza, que no es lo mismo que jugar en otro equipo de Segunda. Él ha llegado con fuerza y desparpajo, no se nota que haya venido del filial y que nunca ha jugado en Segunda B. Tiene mucho potencial.

—¿Entendería usted que tuviera que quedarse en el banquillo y tener que volver a pelear por la titularidad?

—Sí, claro. Forma parte del fútbol. Si Natxo González lo ve así no me quedaría otra que trabajar aún más para volver a recuperar el puesto. Yo siempre digo que si te quitan para que juegue otro quiere decir que tienes que dar más de ti mismo.

—¿Cómo cree que le sentaría jugar en un sistema de tres centrales y dos carrileros?

—La verdad es que he jugado poco, pero me atrae mucho la idea. Me parece un esquema más liberal para los laterales, sobre todo para aquellos que nos gusta tener una mayor proyección ofensiva. Hemos entrenado ese sistema alguna vez pero de forma circunstancial, por si alguna vez tuviéramos que llevarlo a cabo.

—¿Qué supuso para usted Natxo González en su carrera deportiva?

—Es mi padrino en el fútbol. Tanto a mí como a otros jugadores nos dio la oportunidad de ser jugadores profesionales. La prueba de su gran trabajo es como ha crecido todo el bloque del ascenso con el Reus y como han evolucionado muchos futbolistas que empezaron en Segunda B.

—Firma hasta el 2020, ¿Qué idea tuvo cuando estampó la firma en el contrato?

—Lo primero que pensé es en el ascenso con un histórico del fútbol español. Firmas porque crees que vas a ascender, y eso es un reto mayúsculo. Devolver al Real Zaragoza a Primera sería como conseguir un título, ya que se trataría de un acontecimiento para el fútbol. Lo ves como algo lejano, pero sabes que puede hacerse realidad.