Alberto Contador siempre da una conferencia de prensa, habitualmente en su hotel, un día antes de comenzar el Tour. Quienes lo conocen bien descubren en su rostro, en el tono de sus palabras y hasta en su mirada, si la ronda francesa que se presenta será de sufrir, de empujar mentalmente al corredor madrileño o bien de disfrutar, un Tour de ataque, de raza. El ciclista, la figura --ya la hacía Miguel Induráin hace 25 años-- habla de sensaciones. Da igual que en el ciclismo contemporáneo trabajen los potenciómetros y los vatios adquieran un valor tan grande o mayor que las pulsaciones, pero si las piernas van, el corazón se abre y con ellas las esperanzas de ganar el Tour.

Contador ganó su último Tour (el que no le contabiliza por el triste capítulo del solomillo) en el 2010. Antes lo había hecho (los que le constan en su palmarés oficial) en el 2007 y en el 2009. En toda la historia del Tour solo ha habido un ciclista, Gino Bartali, capaz de volver a ganar un Tour a los diez años de lograr el primero (1938-1948) . Y por lo visto, Contador cree en sí mismo. «Espero que no sea necesario inventar una hazaña en este Tour. He ido tranquilo, y eso que a mí no me gusta, en algunas carreras, pero he aceptado un plan que va como estaba previsto. Afronto el Tour con la misma ilusión de hace diez años y en un estado de forma parecido al que tenía en el 2014 cuando tuve que abandonar».

Martin, primer favorito / El madrileño siempre ha sostenido que hace tres años, de no haberse caído, habría entrado en plena lucha con Nibali (ausente de esta edición) ya que consideraba que su forma era la idónea para volver a imponerse en el Tour. En el 2015 llegó cansado del Giro y el año pasado se accidentó con apenas 100 kilómetros, volvió a caerse en la segunda etapa y acabó abandonando en los Pirineos.

Hoy empieza la aventura, el reto de Contador para estar a la misma altura de Chris Froome, Nairo Quintana y Richie Porte. Su nombre y el del francés Romain Bardet configuran el quinteto de grandes favoritos para la victoria en París. Pero para ello aún faltan 21 etapas y un camino repleto de obstáculos, muchos descensos en una carrera donde, tal como dijo ayer Quintana, «habrá que ser atrevido» para apuntarse la victoria definitiva. Una contrarreloj de 14 kilómetros abre hoy el telón; un recorrido urbano por las calles de Düsseldorf donde los alemanes esperan el triunfo de uno de los suyos: Tony Martin.