En los momentos de crisis hondas como la actual del Real Zaragoza (3 puntos de los últimos 24 e incrustado en posición de descenso), lo sustancial es comprender por qué suceden las cosas para buscar soluciones a través de la identificación de los problemas. A saber: el equipo ha perdido su identidad, se ha derrumbado en el juego, la elección de futbolistas sigue siendo en algunos casos inverosímilmente errónea (Buff personifica la cuestión), el estado de forma de algunas piezas vitales es inquietante (Eguaras), la obcecación en el modelo patológica, los problemas defensivos eternos, del gol no hay noticias, el estado emocional de la plantilla anda por los suelos y la desconfianza por las nubes.

Todos esos factores y las lesiones en hombres imprescindibles para que el nivel no se derrumbe hasta la vulgaridad, factor fundamental para explicar el despido de Idiakez, provocaron el cambio de entrenador. Alcaraz suma dos derrotas en dos partidos, las mismas causas y las mismas consecuencias.

El andaluz ha copiado lo que estaba haciendo su antecesor y lo ha hecho creyendo que la salida a la crisis está por ese camino. Por absoluta convicción personal, lo que se podría interpretar como una gran noticia o como una gran preocupación. Quizá la idea tenga vigencia para un Zaragoza con todos los jugadores aptos, en máximos mental y físicamente, pero tal vez no para estas circunstancias. Es el momento de que Alcaraz imagine, solucione y sea el entrenador que fue. No un mero replicante. Y de que vuelvan los que faltan porque del olmo peras no caerán...