Huesca volvió a vibrar. Y no se cansa de hacerlo. Muchas veces se ha dicho y aún así son pocas. Este equipo ha hecho historia con el ascenso a Primera División, un hito que los aficionados oscenses no habían podido saborear todavía. Las mieles de la cumbre tampoco las conocen muchos de los jugadores así que había que celebrarlo otra vez, en casa, en El Alcoraz.

El día arrancó fuerte ya en la Plaza San Antonio con numerosos seguidores azulgranas, animación, un camión discomóvil e hinchables para los más pequeños, ataviados por supuesto con las camisetas del equipo oscense. A las 17.30 horas la legión de aficionados puso rumbo a La Terraza de El Alcoraz para seguir allí la fiesta y recibir a los jugadores con un pasillo.

Si la fiesta era intensa fuera del estadio, dentro no iba a ser menos. La comunión con la grada fue total desde que los protagonistas salieron al terreno de juego. Tras el pasillo del Nástic en reconocimiento por el ascenso, la afición azulgrana, que prácticamente llenó el estadio, lució pancartas de agradecimiento a los suyos. No faltó el imprescindible cántico A Primera oé, oé ni el Que bote El Alcoraz. Hasta arrancaron los primeros intentos, tímidos eso sí, de comenzar una ola. Finalmente, a los diez minutos, hubo premio. Fue bonito también ver a los aficionados del Nástic unirse a la fiesta oscense y más a tenor de lo que se estaban jugando, que no era poco. Ambas aficiones se cruzaron cánticos de apoyo y aplausos. Puro fútbol.

Con el paso de los minutos y con poca acción en el césped llegó el turno de las peticiones de quedarse y los agradecimientos. Primero fue al Chimy y después fueron seguidos Cucho, Pulido, Remiro y, por supuesto Rubi. No podía faltar Camacho, el eterno capitán y emblema del Huesca, en un partido como este y, por supuesto, también entró ovacionado al césped cuando el técnico le cambió.

La traca final / Con el pitido final no hizo casi falta que la megafonía recordase mucho a la afición que se quedase porque nadie se lo quería perder. Tras unos minutos de preparativos para poner a punto la iluminación azulgrana y el sonido, comenzó la fiesta con un Alcoraz todavía abarrotado. Salió bien todo, porque hasta el tiempo acompañó. No hizo más que acabar la celebración y cayó una inmensa tromba de agua y granizada.

Las linternas iluminaron el oscuro estadio y todos los aficionados miraban embobados el precioso vídeo que el Huesca realizó conmemorando la temporada, el ascenso en Lugo y la celebración del pasado martes en la ciudad.

Durante el encuentro fueron varios los ovacionados, pero después desfilaron por el feudo oscense todos, uno a uno, hasta el centro del campo. Un merecido homenaje para todos los integrantes de un equipo que siempre se recordará. Algunos salieron solos y otros prefirieron hacerlo con sus hijos.

Rescaldani fue el más aclamado por sus compañeros. Le recibieron haciéndole pasillo aunque, eso sí, para darle de collejas. Justo después se vivió uno de los momentos más especiales con la salida de Nagore y el posterior manteo. El cuerpo técnico, esos grandes olvidados en ocasiones, también vivió su momento de gloria, con pasillo incluido por parte de los futbolistas. El último de todos fue Rubi, visiblemente emocionando y tremendamente aplaudido.

Lágrimas del capitán / Camacho fue el primero en coger el micrófono: «Esto es increíble. Quiero dar las gracias a todo el mundo, a todo el mundo». Solo pudo decir eso antes de emocionarse y no poder seguir hablando. «Creo que hemos formado un equipo impresionante entre jugadores, cuerpo técnico, club y afición», prosigió, no sin dificultades. Melero en cambio era la viva imagen de la alegría: «Solamente quiero agradecer el apoyo durante todo momento de la temporada. Os sentimos muy cerca en cada partido y esto es para vosotros. A veces los sueños se cumplen y hemos trabajado muy duro para lograrlo», dijo.

Rubi se despidió de la afición felicitando «a todos seguidores de la SD Huesca, ciudad y provincia». «Seguid fieles siempre sin reblar y al año que viene a apoyar y a pelear. Os quiero», concluyó

Con la vuelta de honor bajo los acordes de la música de los Danzantes de Huesca y con aroma a San Lorenzo y los fuegos artificiales se terminó un día que nunca se irá de la retina de los aficionados azulgranas.