Diez bidones vació en el camino de Algeciras a San Fernando. ¿Una sombra? Imposible. ¡Si no existen! Si los árboles estaban lejos de la carretera. Alejandro Valverde, como el resto de corredores, solo tenía prisa en acabar la etapa, en llegar a las calles que vieron crecer a Camarón. Y tantas ganas tenía por cruzar la línea de meta que se colocó más adelantado de lo que estaba previsto, casi, casi, en el territorio de los velocistas. Cruzó en la posición 21ª, discreta, por supuesto, pero que por sorpresa de todos, el primero él, le valió para enfundarse el jersey rojo que identifica al líder de la Vuelta.

Desde el 2003 han cambiado los gobiernos y hasta la forma de ver la vida pero allí sigue estando Valverde. ñCreo que me he vestido de líder en todas las Vueltas que he corrido", aunque fuera como ayer, héroe por accidente, con la boca seca por la sed, con el cuerpo mojado por el sudor, con la cabeza ardiendo, pese a la protección del casco. Llegó a la meta y enfiló la ruta hacia el autocar del Movistar.

Era necesario que los jueces de la carrera sacaran la calculadora y, con muchos ciclistas casi empatados a tiempo o distanciados por muy pocos segundos, a pesar de las bonificaciones, verificaran las posiciones de la llegada para otorgar el jersey de líder. Y el agraciado fue... ñ¡Eres líder, eres líder, ve al podio!". La voz del auxiliar, ya casi a punto de subir a su autocar, le hizo cambiar de ruta, dirigirse otra vez a la zona de llegada y esbozar una sonrisa.

Y porque vio a Alberto Contador, otro que no desea pasar desapercibido, que sigue diciendo que no se ha apuntado a este festival para ser el primer actor, y que se pasó toda la parte final de la etapa, cuando existía el peligro de un corte por el viento, en cabeza de la Vuelta. ñNo se ir en otro lugar", justificó el pinteño. Valverde no se fía de Contador. Ni Quintana. Mientras, el esprint se lo adjudicó Bouhanni tras un gran trabajo de la FDJ.