Quienes lo conocen bien aseguran que siempre habría sido ciclista, porque hace dos décadas, cuando tal día como este sábado cumplió sus primeros 20 años, a Alejandro Valverde ya lo conocían como 'El Imbatido'. Jamás pensó que celebraría el cumpleaños confinado en su casa a las afueras de Murcia. Él se veía en un hotel de las Ardenas saliendo a entrenar, bromeando con sus compañeros del Movistar. Y, por la noche, a la hora de la cena, apagaba las velas soñando con una nueva victoria en la Lieja-Bastoña-Lieja, suspendida como tantas otras cosas, por este maldito virus.

Está harto de pedalear tantas y tantas horas sobre un rodillo, sin moverse, sin avanzar, sin poder liderar la 'grupeta' murciana, la que va incorporando cicloturistas a la estela de Valverde. A veces, mientras entrena, casi siempre detrás de la bici eléctrica que lleva su hermano mayor, se forma un verdadero pelotón detrás suyo. La bicicleta está trucada para que el motor pueda soportar la presión y la furia de Alejandro. Y un plisplás cuando los Valverde acelerán, uno con sus piernas y el otro con sus músculos pero también con la ayuda de la ingeniería, ya no queda nadie detrás. Solo el excampeón del mundo.

Valverde, en sus deseos a la hora de soplar las velas, seguro que verá un mundo en libertad. Y también, como tantos otros, preferirá escuchar la noticia de que un coronavirus criminal ha sido derrotado antes que ver el anuncio de la fecha de una carrera donde ponerse un dorsal a la espalda.

Debía ser esta la penúltima temporada de Valverde. La meta principal estaba en Japón, en los Juegos, un título olímpico para engrandecer todavía más el palmarés de un corredor irrepetible, 'El Bala', el único que ha conseguido estar durante 20 años (17 en el equipo dirigido por Eusebio Unzué, ahora Movistar) en lo más alto del ciclismo, siempre, aunque no ganase, entre los mejores. Es difícil encontrar una carrera en la que Valverde no haya acabado entre los 10 primeros, entre los 5 mejores, en el podio o con la victoria a cuestas; más de un centenar en el palmarés.

EN LOS BRAZOS DE SU PADRE

Su tercer hijo, Pablo, ha crecido a los brazos de su padre. Comenzó a acompañarlo en el podio con pañales y hoy en día Valverde casi tendría más problemas para levantarlo que para exhibir la copa conseguida, por mucho que pese. 2020 es ahora un incierto deportivo. Para Valverde y para cualquier otro, sea o no ciclista. El Tour tiene fechas asignadas, pero ¿se podrá correr? ¿en qué condiciones? En Francia no se pierde la esperanza, pero cada día sigue muriendo demasiada gente en el país, igual que aquí, como para pensar que el 29 de agosto arrancará la Grande Boucle en Niza con un millón de personas volcadas cada día en la carretera, con 200 corredores rozando las ruedas de las bicis en un magnífico pelotón de astros y con otras 5.000 moviéndose diariamente de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, de hotel en hotel.

Por esta razón, Valverde con sus nuevos 20 años, no tiene ahora fecha de caducidad. Se vio con fuerzas para superar la brutal caída de Dusseldorf, en la contrarreloj inicial del Tour del 2017. La rodilla quedó destrozada y cualquier otro habría dicho basta. Pero él superó las adversidades y un año más tarde se convirtió en campeón del mundo. ¿Tuvo hasta un pijama con los colores del arcoíris? Es algo que queda para la leyenda del 'Imbatido'. Si no hubiese existido habría que haberlo inventado y porque sabe que cuando pase el coronavirus, que pasará, todavía lo aguardan muchos podios... más allá del 2021. (Posdata: el 15 de abril, Pedro Delgado cumplió sus segundos 30 años).