La californiana de 31 años Allyson Felix está alcanzando cotas de leyenda en el atletismo. No tiene el carisma de Usain Bolt ni la popularidad en su día alcanzada por la jamaicana, después nacionalizada eslovena, Merlene Ottey, pero ha empatado a ambos en número de medallas conseguidas en campeonatos del mundo. En la noche de ayer sumó su decimocuarto metal tras conseguir su segundo bronce en los 400 metros con una marca de 48.52. La estadounidense entró en el podio gracias a un problema físico de Miller. Allyson acumula también nueve oros y tres platas en los seis Mundiales en los que ha participado, y en Londres todavía puede enriquecer su botín en los 4x400 que será el próximo domingo.

«Honestamente, no pienso en el total de medallas conseguidas ni en lo que eso significa en la historia. Abordo cada año como si fuera el primero y me concentro en mis objetivos. Supongo que cuando acabe mi carrera será el momento de mirar atrás y apreciar lo que he hecho», aseguró la atleta estadounidense, hija de un predicador y con creencias profundamente religiosas. Allyson Felix, que siempre ha puesto su talento al servicio del Sumo Hacedor, suma ya 23 medallas (16 de oro, 11 en pruebas individuales) entre Mundiales y Juegos Olímpicos. En los últimos, en Río 2016, la pequeña velocista de Los Ángeles (1,68) logró dos oros en los dos relevos, pero el de 400 se le escapó por milésimas ante la tirada en plancha de la atleta de Bahamas Shaunae Miller-Uibo sobre la línea de meta.

La revancha llegó ayer en Londres, donde Felix no dio opción a Miller-Uibo a repetir la jugada en la parrilla de llegada. «Todo salió mal el año pasado, pero hay que seguir luchando. Decidí no pensar mucho en todo aquello y concentrarme en el objetivo de defender mi título mundial», explicó Felix, que es la mujer con más oros olímpicos (6), y empatada otra vez con Ottey, la que atesora más medallas (9).