Tenía que ser en Abu Dabi, en el mismo escenario nocturno en el que se le escapó el título que más le ha dolido, en el mismo paddock iluminado por los focos donde se despidió cinco años atrás de Ferrari para embarcarse en una aventura con McLaren que nunca respondió a las ilusiones, ese mismo coche que hubiera acabado con la paciencia de cualquiera y con el que cruzó la meta del faraónico trazado de los Emiratos en undécima posición, el último servicio con el peor coche de la parrilla. Lo hizo lejos de la lucha por la victoria, por los títulos, de ese quinto entorchado que Lewis Hamilton ha colocado en su vitrina con más facilidad de la esperada. «Nadie le presionó para que cometiera errores. Con este Ferrari, Fernando hubiera sido campeón», ha repetido durante todo el fin de semana Flavio Briatore, el hombre con el que fue bicampeón en Renault.

Le acompañaban en la parrilla y en el paddock su padre José Luis, su madre Ana, su hermana Lorena, sus sobrinas, Bianca y María, su manager Luis García Abad, su fisio Fabrizzio Borra, su exclusivo círculo familiar y de trabajo del que no se ha salido en 20 años. Y luchó cada vuelta como siempre. «Me gustaría ser recordado como un luchador, como alguien que no se rindió nunca, como un piloto que dio el máximo en cada vuelta y en cada coche, luchando por ganar carreras o en la parte de atrás de la parrilla», reflexionó el asturiano, después sus últimos giros en la F-1 tras 18 años y 17 temporadas, 312 carreras, dos títulos, 32 triunfos y 97 podios. «Es uno de esos pilotos al que solo ganabas en tu mejor día, y ni entonces era fácil, para mí con tanto talento como Michael Schumacher», dijo Felipe Massa, el que fue su compañero en Ferrari. Luchó hasta a última vuelta por un punto más para McLaren a pesar de que, como recordó por radio, «tengo más de 1.100 puntos». Su pelea le granjeó ganar el «piloto del día» que votan los fans en las redes sociales de la FOM.

La F-1 le rindió homenaje en la noche del sábado, un emotivo evento que nunca antes se había brindado a ningún piloto. «Es el mayor rival al que me he enfrentado. Aprendí mucho de él», dijo Lewis Hamilton, el pilotazo que se hizo acompañar de su amigo Will Smith en la última carrera del año para disfrutar de su campeonato, de su reinado en la F-1 que comenzó «en la era Alonso, de la que estoy orgullo de formar parte». Hamilton puso el broche final a su mejor año en F-1, el del cuarto título, el quinto de la era Mercedes con motores híbridos, un binomio que no se cansa de besar y adorar cada final de carrera, como al final de este duodécimo triunfo del año. El inglés y Sebastian Vettel escudaron a Alonso en la vuelta de honor, antes de que los tres cerraran el gran premio con unos donuts en la recta principal. «Todos le echaremos de menos, este deporte le echará de menos», dijo Hamilton mientras Alonso resumía su trayectoria: «Ha sido un privilegio correr contra estos campeones».

«Puede que dos títulos sepan a poco a algunos, pero tengo amigos aquí como Nico Hulkenberg con enorme talento que ha logrado un podio, pilotos con tanto talento como Daniel Ricciardo o Max Verstappen que no tienen ningún título. Me siento afortunado de poder contar con dos títulos», contó Alonso al despedirse del paddock de Abu Dabi. Pudieron ser más, el del 2010, o aquel del 2012 que se les escapó, sobre todo, cuando Romain Grosejan se llevó por delante a media parrilla en la salida del GP de Bélgica. Le costó una carrera de sanción al francés, pero nunca aprendió la lección. Ha ido de accidente en accidente, también en Abu Dabi, donde envió contra las vallas a Hulkenberg.