«Me he encontrado bien, cómodo, seguro, con confianza. Trabajo todo el año para cuando me toque». Son palabras de Álvaro Ratón, un meta que en su periplo en el Real Zaragoza ha demostrado ser un recurso de garantías cuando la meta se queda huérfana. Respondió ayer así, interrogado por las sensaciones que le ha producido su regreso al arco blanquillo. En esta temporada le tocó salir en Riazor, después de que Cristian Álvarez no regresara tras el descanso por una rotura fibrilar en el glúteo de su pierna derecha. Desde entonces, partido y medio en Liga, una derrota en La Coruña y una victoria que supo a gloria en La Romareda, en la que el arquero gallego volvió a mostrar su solvencia cuando le llaman a filas.

No es la primera vez, pues, que Ratón tiene que hacerse cargo de la portería zaragocista. Llegó al filial del club en la temporada 2015-2016 y en la siguiente vivió una campaña de vaivenes en entre los palos. Él, Irureta y Saja se encargaron de proteger las redes, aunque Ratón fue el que más partidos disputó, 19 en total, seguido de cerca por Irureta, con 17. Resultó un curso complejo en ese puesto y en otros muchos, con baile de entrenadores incluido: Milla, Agné y el recurso de última hora de Láinez. Con todo, el meta gallego fue el que mejor rendimiento ofreció sin dudas.

No obstante, en la siguiente temporada la llegada de Cristian Álvarez lo relegó a la suplencia y disputó un total de siete encuentros, en los que recibió cinco tantos en la competición liguera. En la actual, no recibió goles contra el Deportivo, mientras que frente al Extremadura encajó uno, en el que poco o nada podía hacer. En Copa, de nuevo frente al Depor y contra el Cádiz, se llevó un gol en cada encuentro. Aunque han sido cuatro partidos los que ha disputado, parece mostrar más aplomo entre los palos y transmitir mayor seguridad a sus compañeros en la zaga.

Una madurez que podría ser una de las bazas de su renovación, actualmente parada, como explicó ayer. «Nunca se sabe dónde puede pasar», dijo respecto a una posible titularidad. «Yo me centro en mi día a día, en trabajar todos los días y en estar preparado para cuando tenga la oportunidad», añadió. Lo cierto es que el meta ya tiene 25 años y no sería de extrañar que deseara dar el salto a ser el dueño de otra portería, si la del Zaragoza sigue ocupada. «De aquí a final de año pueden pasar muchas cosas», reflexionó.

No fueron los únicos temas que abordó el cancerbero, portavoz ayer del equipo ante los medios. Sobre el siguiente partido del Zaragoza, señaló que acuden a un campo complicado y recalcó que deberán intentar «seguir haciendo las cosas bien». Así, consideró que la actuación de la escuadra frente al Extremadura fue buena, por lo que visitan Gijón «con la misma esperanza y la misma ilusión».

Una ilusión y una «alegría» que vive el equipo y que vino también aparejada, a su juicio, al regreso de Víctor Fernández al Real Zaragoza. Esperemos que ambas sean duraderas.