El BM Zaragoza Ademar tiene el claro objetivo de devolver a la ciudad a la élite a largo plazo, pasito a pasito, con cabeza y cantera, y desde hace unas semanas se ha nutrido de un enseñante de lujo, un entrenador de primer nivel que también fue un mito como jugador: Ambros Martín. El canario, después de finalizar su vínculo con Rusia en el pasado Europeo femenino disputado en diciembre, volvió a Zaragoza por motivos familiares, su amigo y excompañero Pablo Hernández se enteró de que andaba por la ciudad y ahora está echando una mano de lujo al equipo de Primera Nacional.

«En el club han sido capaces de unir dos escuelas (Adecor y Ademar), es incluyente, están abiertos a otras y tiene la idea clara de llegar a lo más alto y merece la pena. Además, por la idea y los jugadores me resulta una experiencia muy satisfactoria. Considero que es una ciudad con una enorme tradición de balonmano a todos los niveles y por distintas causas se ha perdido», explica.

Así que poco se lo pensó cuando Pablo Hernández, con el que jugó en Pamplona, le propuso colaborar. «A partir de mi destitución en Rusia ha ido a más y me pidieron si podía dar un paso más». Y aceptó. En concreto, explica, «se mantienen los mismos entrenadores (Cristian Rosell y Félix Latre), pero sí que soy responsable de concretar, de llevar las sesiones y marcar las pautas pero con ayuda de los técnicos». «Aunque llevamos poco tiempo entrenando los chicos han cogido la idea y los entrenamientos están siendo muy buenos, cogen las cosas muy rápido y de forma muy eficaz», agrega.

Es decir, los jugadores se están nutriendo de un ganador de la Liga de Campeones, Recopa, Asobal, Copa del Rey (2), Supercopa de Europa y Supercopa de España (2) como jugador y de un vencedor cuatro veces de la Liga de Campeones femenina y una EHF femenina como entrenador. Casi nada.

Pero pese a su gran experiencia, como técnico, salvo en Oviedo, siempre había dirigido equipos femeninos, por lo que este cambio a masculino está siendo un reto para él: «Una vez llegas a lo máximo te apetece otra cosa, llevaba con ese desafío desde hace mucho tiempo y todavía lo mantengo, es uno de los pasos a realizar en el futuro. Me ha venido bastante bien porque me he dado cuenta de que es balonmano igual, los chicos también son muy agradecidos y apenas hay diferencias, si acaso el físico pero no es importante. Me gustaría en este tiempo que vaya a estar con ellos lograr un trabajo táctico», comenta. De hecho, su objetivo es «que entiendan a qué estamos jugando, por qué y sus posibles respuestas en ataque y, en defensa, hemos hecho hincapié en que hay que ser más contundentes», explica.

Su futuro

También se ha tenido que adaptar a una categoría con más limitaciones que lo puramente profesional de primer nivel. «Me ha resultado extraño y motivante hacer entrenamientos exprés. Uno de los handicaps de esta categoría es no disponer una pista entera y tener poco tiempo. Tenemos una hora tres o cuatro días y a veces en media pista, pero nos tenemos que adaptar», afirma.

Pero lo que todos en el club saben es que, en cuanto salga un proyecto que le satisfaga, esta colaboración se tendrá que interrumpir o reducir. «En balonmano femenino solo volvería al Gyor húngaro, porque es un club especial y allí se vive el balonmano de forma diferente. En masculino estoy a la espera de un proyecto en el que seamos capaces de hacer lo que se consiguió en el Itxako de Estella, donde fuimos capaces de partir de la nada, entre comillas, a una final de la Champions, o culminarlo, como en el Gyor. Es decir, coger un proyecto y hacerlo ganador». Pero mientras tanto es un entrenador de lujo en el Balonmano Zaragoza.