Por momentos pareció incluso que el aro en el que atacaba el CAI era más pequeño que el balón. Tenía que ser la única explicación posible porque daba igual la posición, daba igual el tirador, daba igual que el lanzamiento fuera liberado. O lo escupía el hierro o se salía de dentro. También hubo alguno que ni siquiera se acercaba a la red. La cuestión es que no había manera, no quería entrar. Ayer, la amenaza exterior del CAI Zaragoza fue una amenaza fantasma. Inexistente.

El resumen es que el equipo aragonés anotó solo seis triples de los 23 que intentó, un 26% que se queda escaso por sí mismo pero que aún se ve más pequeño en comparación con el 50% del Cedevita (10/20). La cuestión es que por fuera solo Rudez fue una amenaza real. Roll sigue lejos de su mejor versión, lo que lleva al equipo a jugar con dos bases más minutos, Llompart y Urtasun ayer se marchron inéditos, Tabu sigue siendo una caja de sorpresas, cualquier cosa menos fiable. Con el añadido de que, cuanto menos se anota, menos se tira. Y así, sin anotación exterior, para el rival es más fácil defender, puede centrarse en los grandes, que cada vez están más tapados. Total, un monumental atasco en ataque.

Para José Luis Abós fue esa la clave de la derrota y es algo preocupante y sin explicación aparente. "Nos falla el acierto. Con 6 de 23 en tiros de tres es muy complicado, más si ellos anotan 10 de 20. Es complicado y es preocupante el desacierto exterior porque hay que tenerlo para ganar este tipo de partidos. Como sí lo tuvimos en Málaga, por ejemplo. Cuando hemos hecho un mayor esfuerzo en defensa hemos seguido sin anotar, sobre todo con tiros exteriores liberados. Y sin amenaza exterior es más complicado tener espacios para jugadores interiores", explicó el técnico. Abós no tiene una razón. "Es un problema que estamos teniendo habitualmente, sobre todo por parte de algunos jugadores. Es una mala racha que nos cuesta porcentajes muy bajos de tiro".