"Somos el único club de los cuatro recién ascendidos que está obligado a hacer la ampliación. Y eso que somos el único de los cuatro que tiene una situación patrimonial positiva con una gran diferencia", se lamenta el presidente del Eibar, Alex Aranzabal. El Eibar lo sabe desde el 6 de febrero, cuando recibió la notificación del Consejo Superior de Deportes y después que el recurso armero, enviado a principios de febrero, también haya sido desestimado por el CSD. Tampoco las presiones ejercidas desde los estamentos institucionales -como el documento enviado por las Juntas Generales de Gipuzkoa, tras la aprobación de todos los grupos políticos-- van a surtir el efecto esperado.

El Eibar está obligado a una ampliación de capital de 1,72 millones de euros para completar el capital social estipulado, que tiene que ser de un total de 2,1 millones, el 25% de la media de los presupuestos de los clubs de Segunda. Y lo tiene que hacer antes del 6 de agosto. Si no, la Segunda B es su destino. Ni aunque logre un ascenso a Primera que no ha vivido nunca y que por el momento merece tras 8 jornadas seguidas de líder, puesto que aspira a mantener hoy tras arrebatárselo ayer el Depor.

"Es el mayor atropello en la historia del fútbol en los últimos 50 años", decía a este diario el técnico, Gaizka Garitano. El Eibar, con algo menos de 4 millones de presupuesto y un capital social desde 1992 de 422.000 euros, no tiene deudas, cuenta con 800.000 euros de fondos propios y un patrimonio neto de 1,4 millones netos. Es decir, una entidad más que saneada. La Junta de Accionistas de mañana preparará el camino de esa ampliación obligatoria, donde se pondrán a la venta acciones por valor de 60,10 euros, aunque el Eibar pondrá de sus fondos 10 euros de cada acción.

APOYO SOCIAL La ola social y política a favor del conjunto armero, el apoyo de la Liga de Fútbol, donde se ve al Eibar como un equipo modélico, y las reuniones con empresas, instituciones, exjugadores y personas que pueden participar hacen que el club armero sea optimista en recaudar ese capital, sobre todo si hay ascenso. Pero la amenaza está ahí. Injusta pero latente.