Acabe como acabe, la temporada 2019-20 va a ser inolvidable. Al Real Zaragoza le ha pasado, y le sigue pasando, de todo. Está siendo el año en que más obstáculos se le han presentado por el camino y el que más de cerca ha visto su objetivo, el que lleva siete años persiguiendo sin éxito. Por supuesto está la pandemia, algo insólito en el último siglo, que lo ha alterado todo, también el fútbol, pero es que ya antes había padecido tres aplazamientos de partidos y lesiones varias, entre ellas la pérdida de uno de sus dos delanteros de referencia por problemas cardiacos.

Por primera vez en sus 88 años de historia, el Real Zaragoza había sufrido el aplazamiento de tres partidos de Liga, todos ellos por causas ajenas a su voluntad. El primero, en la sexta jornada y, casualmente, contra el Fuenlabrada. El 18 de septiembre debían enfrentarse ambos en el Fernando Torres pero, el día anterior, el equipo madrileño adujo que no disponía de jugadores suficientes para disputar el encuentro debido a una «gastroenteritis aguda» en buena parte de la plantilla. La entidad solicitó el aplazamiento y el Comité de Competición atendió esa petición al entender que no contaban ni con once jugadores para saltar al césped. El partido se disputó el 16 de octubre y el Real Zaragoza cayó por 2-1.

Para ese encuentro pospuesto ya no pudo contar con Raphael Dwamena. El 9 de octubre se supo que el futbolista debía de dejar la práctica del fútbol por un problema cardiaco, que ya le había afectado anteriormente y que había requerido de una operación. El delantero consultó con varios especialistas que le recomendaron dejar el fútbol profesional, aunque ha intentado por todos los medios no tener que tomar esa decisión todavía. Era el segundo problema cardiaco del curso después del que echó para atrás la llegada de Etinof. Eso supuso un mazazo para Víctor Fernández porque trastocó sus esquemas de juego. Hasta entonces Dwamena y Luis Suárez compartían la delantera y el colombiano se aprovechaba perfectamente del trabajo del ghanés.

La lluvia

El tramo del 2019 dejó asimismo lesiones de jugadores importantes como Igbekeme, Cristian, Vigaray o Atienza, que también fue protagonista al ser detenido en el marco de la operación Oikos. El 2020 empezó con más problemas. El partido de la jornada 22 que el equipo aragonés debía disputar ante el Sporting el 3 de enero también tuvo que ser aplazado porque diez jugadores del Sporting tenían gripe. En este caso el Real Zaragoza consiguió que el aplazamiento fuera mínimo y el duelo se disputó el día 7, saldándose con victoria aragonesa por 2-0 con tantos de Guti y Luis Suárez.

Dos jornadas después fue la lluvia la que obligó a suspender el Mirandés-Real Zaragoza previsto para el 19 de enero. El agua que cayó todo ese día en Miranda de Ebro encharcó Anduva, dejando el césped impracticable. Así lo comprobó el colegiado y, al ver que el balón no rodaba, decidió que no se podía jugar. Misma opinión que expresó Víctor Fernández. El terreno de juego era un problema no solo para el fútbol sino también porque aumentaba el riesgo de lesiones. La Copa obligó a trasladar el choque al 19 de febrero y el Real Zaragoza sacó un punto (1-1) con gol de Igbekeme.

Con todo, lo peor estaba por llegar. LaLiga decidió suspender las competiciones de Primera y Segunda División el 12 de marzo por el coronavirus. En principio era una suspensión provisional, de dos semanas, a la espera que la situación mejorase, pero acabó alargándose en el tiempo. Los futbolistas, como el resto de la población, tuvieron que estar confinados, ejercitándose como podían en sus casas. Esto rompió por completo la brillante dinámica que acumulaba el Real Zaragoza, invicto en el 2020, segundo clasificado y con cinco puntos de ventaja con el tercero. Nunca había visto tan de cerca el ascenso.

Después de tres meses de parón, con solo uno de entrenamientos y únicamente con una semana de trabajo colectivo aplicando un estricto protocolo sanitario, el 13 de junio el Real Zaragoza volvió a saltar al césped de La Romareda, ahora vacía. Sus resultados desde entonces han sido muy malos, acumulando cinco derrotas consecutivas en casa, otra cosa nunca vista en sus 88 años de historia.