El Mundial 2004 ha llegado a su fin y Fernando Alonso ha rubricado una cuarta posición. ¿Era lo esperado? Depende. Tras su brillante temporada 2003 en el debut con Renault, eran muchos los que veían al asturiano como el sucesor de Michael Schumacher, y lo veían ya. El recital del pasado año invitaba a soñar pero en la F-1 no basta con tener buenos titulares en los periódicos para ser campeón del mundo. Hace falta más, mucho más. Y ese añadido se llama coche.

El puesto que ha ocupado Alonso al final de esta campaña obedece más a su tesón y calidad como piloto que a las buenas prestaciones del Renault R24. El coche, que durante los primeros grandes premios de la temporada ofreció un buen rendimiento en la pista, fue bajando de calidad a mitad de temporada, justo después que se agotara la garantía que había ofrecido al equipo el trabajo del ingeniero Mike Gascoigne, que se fue a Toyota a final de la pasada temporada.

"El coche se podía haber hecho mejor", reconoció el pasado viernes en Sao Paulo el propio Alonso. "Se podía haber mejorado algo durante el año. La verdad es que mientras otros han progresado, nosotros nos hemos estancado. El motor, que era totalmente nuevo, ha rendido como esperábamos, pero deberíamos de haber mejorado el chasis".

Pese a ello, el monoplaza no era malo y pudo seguir plantando cara a sus rivales, aunque BAR-Honda y McLaren-Mercedes iniciaron, justo en el momento del ocaso del Renault, una brillante trayectoria ascendente que, al final, le acabó costando a la marca del rombo el subcampeonato de constructores, que ha acabado en manos de Honda.

La osadía de Briatore

Todo parece indicar que Flavio Briatore, se supone que con el visto bueno de Faure, erró al prescindir de Jarno Trulli a falta de cuatro GP, responsabilizándole de la pérdida del subcampeonato de constructores por su ineficacia, por sus errores. Trulli, que ha terminado fichando por Toyota, había realizado una temporada más que aceptable, siendo más rápido que Alonso en las calificaciones y ganando en Mónaco. La comunión entre el motor Renault, el chasis y la aerodinámica no ha existido al 100%, y buena parte de los logros de Alonso se han debido a su destreza al volante y a la lectura de carrera.

Pero no todo ha sido negativo. El Renault R24 ha mantenido un punto excelente en su actuación: el sistema de arranque. El piloto asturiano ha sido el mejor de la parrilla al apagarse las luces. Su estilo de kárting (fue campeón del mundo) le sirvió en 10 carreras para escalar posiciones, supliendo los discretos resultados en la calificación. En Canadá pasó del quinto al tercero; en China subió tres puestos; en Hungría escaló del quinto al tercero; en Malaisia salía el último y adelantó a cuatro coches en apenas 100 metros. Su mejor salida fue en Indianápolis, en el GP de Estados Unidos, donde tras arrancar en la novena posición adelantó a seis coches hasta colocarse tercero.

El asturiano no ha ganado ningún GP, pero ha logrado un segundo puesto, tres terceros, cuatro cuartos, dos quintos, un sexto y un séptimo. Y más puntos que el pasado año (55 contra los 59 de este año), aunque en el 2003 compitió en 16 grandes premios y obtuvo una victoria.