Hoy, 18 de marzo del 2017, el Real Zaragoza cumple 85 años. Onomástica infeliz: la Sociedad Anónima, anteriormente club deportivo, atraviesa la etapa más comprometida, dura y problemática de su larga y exitosa vida. Enfangada en Segunda División por cuarta temporada consecutiva, con el equipo en un puesto impropio, lejos de las aspiraciones originales de ascenso a Primera, con una amargura y una desesperanza que han empapado las maltrechas expectativas de su masa social. Con poco que celebrar, salvo la fidelidad.

Antes del partido de esta noche contra el Sevilla Atlético, el Real Zaragoza premiará con la insignia de oro de la institución a Antonio Gimeno y a Paco Artigas, abonados ininterrumpidamente durante los últimos 50 años, en épocas felices, de gloria deportiva y en periodos de desdichas y tormentosos como los actuales.

Antonio y Paco personifican la esencia más pura del zaragocismo, leal a unos colores contra viento y marea, siempre presentes, nunca desertores. En las horas previas a su homenaje, los dos asumen la misma realidad: de cuanto han vivido, este momento es el más complejo de la historia del club, el más lacerante. Sin embargo, a ninguno se le ha ocurrido abandonar. Ahí siguen. Y aseguran que seguirán.

Sufriendo, llorando, angustiándose, resignándose, sobrellevando la situación, esperando a que lleguen tiempos mejores, con la ilusión intacta, soñando con volver a revivir los días de gloria y aquellas tardes de magia futbolística. Siempre fieles, siempre leales, siempre zaragocistas. Con nobleza y valor. Bandera y orgullo de nuestro Aragón.