Pocos lugares del fútbol español están libres hoy en día del desastre y la extravagancia. Bien conocido es en Zaragoza, durante tantos años paradigma de la ineptitud, de la gestión grotesca, de la miserable condición. Agapito Iglesias se fue hace ya más de dos meses, pero sigue bien presente en el día a día de la institución, lastrada por el nombre y los desmanes del soriano, que tan pronto va a un juicio por amaño de un partido de fútbol como acude a otro por malversación de caudales públicos, con los millones de euros que se mueven como si fuera calderilla en el bolsillo. Son las cosas del poder, y del fútbol, que se extiende por la península cual virus sin vacuna. Ha llegado a las islas para convertir al club bermellón en su próximo objetivo. Tiene aspecto mortecino con solo seis jornadas jugadas.

Las previsiones no anuncian nada bueno, mucho menos si hoy sale zarandeado de La Romareda. En Zaragoza, dicen, Valeri Karpin se juega el puesto. Se lo jugaría, mejor dicho, si los dirigentes del club mallorquín se comportasen de una manera normal. Pero ya nada es lógico allí, salvo el fútbol, representado en un solo jugador, un jovencísimo jugador (18 años) llamado Marco Asencio al que tildan de pequeño Messi.

Desde Mallorca hablan de un panorama apocalípito, derivado naturalmente de las decisiones tomadas en los últimos meses, que concluyeron en la extrañísima elección de Karpin como entrenador cuando el verano entraba en la orilla de la Liga. Fue Dudú Aouate, el exguardameta que iba a ser el dueño pero nunca llegó a pagar, quien se apoyó en los votos a favor de los dos accionistas sindicados, Serra Ferrer (máximo accionista) y Gabriel Cerdá (presidente), para meter el bisturí en el banquillo y ejecutar al Nanu Soler, elegido para afrontar la reestructuración del cadavérico equipo.

A Aouate le dieron las riendas del club pese a no haber llegado a abonar las cantidades pactadas para ser el máximo accionista. Si Serra Ferrer o Biel Cerdá se hubieran negado al relevo, Soler seguiría siendo hoy entrenador del Mallorca. Pero Cerdá, al que se acusa abiertamente en la isla de no tener escrúpulos --su 5% del accionariado le ayuda a Serra Ferrer a tener la mayoría-- se alió otra vez con su compinche, como ya había hecho con Claassen para fichar a Nadal y también para dar el sí a la llegada de Soler al banquillo.

La afición, entregada ante tanto sinsentido, ve el futuro más negro de lo que recuerda en su historia reciente. Se dibuja un panorama desalentador, con una plantilla que apenas ofrece un nivel mínimo para mantener la categoría, sin dinero para hacer frente al pago de las fichas y las nóminas, ni siquiera para plantearse la destitución de un entrenador que tampoco se encuentra a gusto. El club, que ha vivido como tantos en la sobredimensión, está desestructurado y el equipo, cabizbajo tras sumar solo 2 puntos de 18 posibles. No tiene buena pinta tampoco el apartado deportivo, aunque vive de la estrategia. Así le hizo los tres goles al Barça B hace una semana. Así quiere resucitar hoy en La Romareda.