--Regresa con Las Palmas a La Romareda tras salir en el verano pasado del club después del descenso y de un año y medio como jugador del Zaragoza. ¿Con qué sensaciones va a llegar a ese partido?

--De Zaragoza tengo buenos y malos recuerdos. Viví momentos muy bonitos nada más llegar, con un equipo que estaba casi hundido e hicimos un último tramo espectacular, con la salvación en Getafe, en un día tan emocionante para todos. Queda después el otro recuerdo, el del año pasado, había ilusión, una buena plantilla.... Y se hicieron las cosas bien hasta diciembre, con buenos resultados. Vino la mala racha, comentarios que no venían al caso, cosas que no eran ciertas. Se le echó mucha mierda al equipo.... Demasiadas cosas y llegó el descenso. Desde luego, fue muy triste, muy negativo todo, me sentí bastante mal.

--¿A qué se refiere con echar mierda? ¿A la prensa?

--No hablo solo de los medios de comunicación. Por ejemplo, de los aficionados, que decían que si iba al casino, que si estaba todo el día de fiesta. Y mire, de los años que menos he salido de fiesta y he ido a sitios ha sido en Zaragoza. Fui una o dos tardes al casino, nunca de noche, y además lo reconocí. Por no hablar de que yo con mi dinero puedo hacer lo que me dé la gana. Sin embargo, la gente se lo tomó como si iba todos los días. Decían que si todo el día estaba bebiendo y eso me dolía. Era mentira.

--De todas formas, ha habido futbolistas en la historia de este deporte que salían mucho por las noches y después rendían. Pero el rendimiento suyo en la segunda temporada, en la 2012-13, no fue bueno.

--Podría haber dado más, claro. Fue un año malo para todos, pero dentro de lo que cabe yo metí nueve goles. No está mal para un mediocentro... Y alguno más di. Después, cuando la situación es mala, todos arrastramos eso, el ambiente te envuelve y cuando el equipo cae es difícil destacar. Sin embargo, para algunos pareció que yo era uno de los pocos culpables de que el equipo descendiera.

--¿Cuál fue la clave de ese descenso el curso pasado? Quizá se perdió la unidad en el vestuario.

--No creo que fuera que se resquebrajara eso, sino la racha tan penosa, de tantas semanas, creo que hasta 15, sin ganar. Nos metimos en el hoyo y no supimos reaccionar para salir.

--Tras el descenso, usted queda señalado por el club como salida obligada. Sin embargo, no se va hasta mediados de agosto.

--Fue un verano bastante duro. Se decían muchas cosas, pero a mí nadie me propuso seguir. Nadie me vino para decirme que si me bajaba mi contrato o para intentar llegar a un acuerdo para poder continuar en el Zaragoza. Simplemente pasaban los días y nadie me decía nada. Al final fui yo el que pedí explicaciones, les dije que si querían echarme que lo hablaran. Tuve que dar el paso, porque ellos iban dejando pasar el tiempo para ver si llegaba una oferta y, si no, me intentarían largar. Mi queja va por ahí, me sentó bastante mal ese comportamiento del club, porque al final estaba muy incómodo, no sabía nada de mi futuro, pasaba el verano y nada cambiaba para resolver el asunto.

--Todo se solucionó salvo en el caso de Zuculini con acuerdos amistosos, un término que no se ajustaba mucho a la realidad.

-- Está claro. Salieron con la amenaza del despido. Yo di todas las facilidades, porque, no vamos a engañarnos, tenía dos años más, y si me pongo a las malas, me los tienen que pagar, o como mínimo una de esas dos temporadas. Mi contrato era alto, un buen contrato. Tal y como está el fútbol es difícil renunciar a eso.

--En Las Palmas cobrará menos.

--Por supuestísimo. Otro jugador hubiera sido más egoísta y no habría regalado esos dos años de contrato. Ellos hablaban de un ERE o de despidos. Y no es tan fácil eso. Que planteen ese ERE y vamos todos a los abogados y al juez y que lo discutan, a ver quién tiene razón. Insisto, no puse pegas y di facilidades.

--Por cierto, ¿aún le quedan cantidades pendientes del Zaragoza?

--(Sonríe) Todavía deben algunos pagos. Y son bastante importantes, pero en ningún momento he salido a decir nada. Tengo eso pendiente, pero aún no la idea de demandar. Esperemos que todo salga bien y ya está.

--Antes de irse en agosto pasado protagonizó un triste incidente con algunos aficionados en la Ciudad Deportiva, con los que llegó a las manos.

--A mí me pierde mi carácter a veces, es verdad, pero sobre todo cuando veo algo injusto. Y lo que viví en la Ciudad Deportiva lo fue. Todo el mundo iba en contra mía, cantando cosas que no eran ciertas, lo de los casinos y eso. Además veo que agreden a un amigo mío entre seis o siete personas. ¿Cómo voy a estar contento con esa afición? Es imposible. Cuando te tocan algo tuyo...

--Y hace dos meses también criticó a la afición zaragocista...

--Tampoco fue como se puso. A mí me preguntaron por la afición de Las Palmas, si pita cuando estamos mal. Yo dije que, para mi punto de vista, habiendo jugado en Zaragoza, donde también se ha pitado a futbolistas, creo que no ayudan en nada esos silbidos. En ningún momento dije que era la peor afición, ni con esas palabras que se sacaron.

--¿Cuál es pues su opinión real de la afición zaragocista?

--Pues que pagan la entrada y están en su derecho de pitar. Lo que pienso es que no beneficia en nada si el equipo lo pasa mal que lo hagan y se pongan en contra. Que te pite tu gente, los tuyos, ni ayuda en el fútbol, ni en ningún otro trabajo.

--No esperará un buen recibimiento... Esperará pitos, claro.

--Sí, me imagino. Mire, Apoño, o es muy querido, o lo odian. Habrá gente que me quiera allí, que habrán dado mi paso por bueno, y otros que estén esperando que toque el primer balón para silbar. Los pitos, a mí sinceramente, me benefician, me hacen rendir más. Me motiva más que me silben que los aplausos.

--Las Palmas llega en zona de promoción a La Romareda, pero tras perder contra el Barça B.

--Creo que por fútbol merecemos más en muchos partidos, está siendo injusto con nosotros. Siempre somos dueños del encuentro. Contra el Barça B tuvimos un penalti y cuatro o cinco ocasiones muy claras. Nos está penalizando eso. Estamos haciendo gran juego, pero nos está costando engancharnos arriba a los puestos de ascenso directo. Aun así, son solo cinco puntos de desventaja y tenemos que dar ese arreón y luchar por ese segundo puesto.

--Llegan también con la polémica de lo sucedido entre Nauzet y el entrenador, Sergio Lobera, su enfrentamiento en el vestuario.

--Son cosas que suceden en el vestuario, en caliente. No pasó nada, la gente habla desde fuera como si hubiera estado. Yo estaba, lo viví todo y solo fue un pequeño calentón.

--¿Cómo ve la temporada del Zaragoza? Está siendo muy irregular, ¿no?

--Creo que aún lo puede arreglar. Puede llegar a la promoción de ascenso. Esto va por rachas, aunque se le agota el tiempo. Aún tiene margen. En esta Liga la gran mayoría de equipos está siendo muy irregular, todo está muy igualado, un poco loco por así decirlo, pero una buena dinámica te coloca en tus objetivos.

--Usted trabajó con Paco Herrera todo el verano. No le salieron las cosas, está claro.

--Me extrañó todo lo que vivió después. Es un entrenador espectacular, con una idea de fútbol increíble, dialogante, que se involucra con los jugadores. No sé qué pasó, pero para mí es un entrenador de Primera. Además, a mí me dijo siempre que ojalá pudiera contar conmigo pero que sabía que por el tema económico era imposible. En ningún momento nos apartó, ni a mí ni al resto de señalados para salir tarde o temprano. Nos trató como a uno más y eso es de agradecer.

--En todo caso, no es el único caso de entrenador o jugador que triunfa o lo hace bien en otros equipos y en el Zaragoza actual no lo hace. Este club a veces parece una trituradora.

--Van por allí buenos futbolistas y entrenadores valiosos en otros equipos y no dan el nivel. El Zaragoza tiene que ser más ambicioso, hacen falta más medios para ayudar a los jugadores, cambios en las estructuras. Además, cuando entras en una mala dinámica no es fácil salir. Y siempre está la polémica con Agapito Iglesias. Todo se resuelve mirando a la misma cabeza y eso no ayuda en nada.