Hay amenaza de lluvia para mañana y esa es la peor noticia que se pudo sacar de la primera jornada de entrenamientos en Motorland Aragón. Lo demás fue como la seda. Hubo las caídas de siempre, con algún buen susto como el que se llevó Barberá; se mantiene Álex Rins en lo más alto, con esa seguridad que le han dado los dos últimos triunfos; y el ambiente es inmejorable, aunque los viernes, ya se sabe, son para los más locos de las motos. Locos con tiempo, se entiende. El Gran Premio de Aragón ya no transmite sorpresas, ni siquiera buenas. Malas no se esperan nunca, de no ser del cielo, algo que, de momento, les resulta incontrolable a Tomé Alfonso y compañía.

El Gran Premio de Aragón sigue acaparando elogios. Ayer fue el presidente de la Federación Internacional de Motociclismo, Vito Ippolito, quien lo calificó como "uno de los mejores del mundo, no solo por la pista sino por todo lo que le rodea. Fue hecho con una visión futurista". No se espera que de la boca de un cargo tal salga otra cosa, pero es cierto que en Aragón confluyen elogios de pilotos, técnicos, jefazos... hasta de enemigos cercanos que lo ven con envidia.

Por supuesto, entre ellos está Álex Rins, el más aragonés de los pilotos de élite. Nació en Barcelona, ya se sabe, pero sus abuelos son de Valdealgorfa, al lado del circuito, y eso tira. Tira mucho, porque en Alcañiz y alrededores le adoran. No le ha quedado más remedio que autoproclamarse catalano-aragonés. Y, claro, se sabe el circuito mejor que nadie. "Con los ojos cerrados podría dar una vuelta", dijo. Ayer no lo hizo. Anda con los ojos bien abiertos porque huele el Mundial que hace un par de grandes premios creía tan lejano. Ganó en Inglaterra y San Marino y, cómo no, quiere ganar en casa. Ayer ya fue el mejor en los entrenamientos libres, donde fue capaz, además, de dar cinco vueltas consecutivas en 1.58. Eso se llama ritmo.

En ese orden van también las Hondas de MotoGP, que en Motorland van a encontrarse con un enemigo inusual, las Ducati. Ayer dominó Andrea Dovizioso mientras Iannone fue cuarto. En medio quedaron Marc Márquez y Dani Pedrosa. El indiscutible líder, ya se sabe, quería ser campeón en Aragón, pero ese patinazo en Misano le ha aplazado la fiesta. Hasta Japón, seguramente. Quizá baje el pistón en Aragón, dicen algunos, para no dejar opción a que alguien se acerque demasiado. Otros no lo creen, por ser quien es, por su forma de pilotar, por esa pasión exuberante que exhibe.

En fin, el líder y campeón lo dijo ayer. Al menos insinuó un cambio en manera de pilotar. Eso le abriría las puertas a otros. Por ejemplo, a Jorge Lorenzo, todo un bicampeón mundial que no sabe lo que es ganar una carrera en 2014. A muchos les gustaría, por ser vos quien sois, que se dice. Pero la moto no carbura. Al menos no ayer. Otra cosa es la de Tito Rabat en Moto2, donde dominó de cabo a rabo.

Así que Aragón se acerca a su quinto gran domingo otra vez apuntando al cielo, a lo más alto, pensando en superar la mejor asistencia de su historia, las 70.124 personas del 2010. Allí está la gloria del trabajo y la eficacia, pero también las nubes, el agua que amenaza con afear el fin de semana. No importa tanto ya, la verdad. Motorland pasaba antes un test de calidad cada vez que se enfrentaba al Mundial, casi con miedo, pero se ha convertido en un clásico. Y vive seguro de sí mismo, caiga lo que caiga. Y diga lo que diga la AEMET.