La sala de reuniones de los pilotos ha sido decorada con enormes murales de Fernando Alonso: «Gracias, Fernando». Su McLaren luce colores especiales en su honor, como su casco y su mono. Rodeado por sus padres, de su inseparable mánager, el bicampeón va sintiendo el adiós ante el instante de dejar el paddock esta noche. «Será el momento en que afloren las emociones, el verdadero adiós», intuye. Puede que sienta tristeza, nostalgia o alivio, pero en ningún caso la enorme rabia, decepción, las lágrimas que envolvieron su cara aquella fatídica noche del 2010, en este mismo paddock, cuando se le escapó entre los dedos el tercer título.

Había remontado de forma magistral en las últimas carreras de una temporada trepidante que abordó su última carrera con Webber, Vettel, Hamilton (hoy pole) y Alonso con opciones al título. Le bastaba con hacer podio si Webber ganaba, con ser cuarto, si lo hacía Vettel. Es verdad que para aquel final, los dos McLaren y los dos Red Bull eran más rápidos que el Ferrari, pero Alonso manejaba la carrera con maestría justo por delante de Webber.

Un pinchazo del australiano le hizo entrar prematuramente en boxes. Y fue, entonces, cuando el pánico se adueñó de Ferrari y el jefe de estrategia decidió que Alonso entrara también en boxes. Adiós al título. Volvió a pista en mitad del tráfico, sin poder adelantar al Renault de Vitali Petrov… Chris Dyer, el responsable de estrategia, fue despedido al día siguiente, cuando Alonso aún mascullaba el tremendo error de sus ingenieros.

«Fue una noche dura, larga, la peor», recuerda Luis García Abad, su mánager, la persona que intentaba consolar a Alonso junto con Fabrizzio Borra y Edo Bendinelli, sus preparadores. Inconsolable. Alonso ya había perdido una buena oportunidad de ser campeón en el 2007 y sabía lo difícil que es disfrutar de ocasiones así en F-1. «Ferrari y Fernando se merecían ese título», recuerda Luca Cordero de Montezemolo, entonces presidente.

«Si Fernando hubiera ganado aquel título, la historia hubiera cambiado por completo. Hoy hablaríamos de otra cosa», recuerda Stefano Domenicali, jefe de equipo. Alonso había sido bicampeón con un equipo pequeño, Renault, y lo rozó con la escudería más popular. Hoy cierra una etapa en el lugar del crimen. «Cuando dejé esta noche el paddock, aflorarán las emociones», explica.