Sabiendo de su valía en el mundo del deporte, muchos deportistas aragoneses se han labrado un futuro lejos de sus orígenes. Buscando el éxito lejos de casa, algunos han ido a parar a otros países e incluso fuera del continente. A todos ellos, el covid-19 también les ha afectado, pero las condiciones sociales de cada nación y las decisiones de las autoridades han conllevado algunas diferencias a la hora de entrenar, competir y en la forma de vida durante la pandemia.

Uno de los casos más chocantes es el del Managua FC, club de fútbol que prácticamente se ha olvidado de la pandemia. En Nicaragua ya no hay emergencia sanitaria. Allí juega a fútbol Pablo Gállego, el oscense que ha llegado a ser convocado por la selección de ese país, y tiene en trámite la doble nacionalidad. La situación, según cuenta, es bien distinta a la española. Ahora mismo están en marcha las máximas categorías, en fútbol la Primera y la Copa de Nicaragua, pero «las competiciones base van a empezar a jugar ahora, ya están entrenando», explica.

Además, los equipos allí «solo se realizan test cuando salen a jugar la Liga de Campeones fuera de Nicaragua». «No ha habido nunca tantos positivos como para tener que aplazar algún partido», asegura Gállego, lo que da muestra de lo diferente que es la coyuntura en la nación centroamericana, que ha cerrado las fronteras terrestres y aéreas, controlando la expansión del virus. La situación tolera que en los estadios se permita la entrada hasta el 70% del aforo.

También en Latinoamérica, México, se encuentra Pedro Carrillo. Sin embargo son polos opuestos. El técnico de baloncesto asegura que «solo están compitiendo las Ligas profesionales de fútbol y béisbol del Pacífico, pero con muchos problemas». De su deporte «no hay ninguna Liga en marcha». «En algunos estados del país sí que están entrenando pero lo hacen extraoficialmente, en Ciudad de México estamos en semáforo rojo y no se puede hacer deporte en equipo», asevera el aragonés y añade que «solo se permite el entrenamiento individual al aire libre sin contacto, y por supuesto es obligatorio el uso de la mascarilla».

«La situación sanitaria aquí es bastante precaria, ya que muchas zonas están sin control, en Ciudad de México y Estado somos unos 20 millones de personas», relata el preparador, que iba a empezar a jugar la G-League esta temporada con los Capitanes de CDMX, pero se al final se jugará en formato burbuja en Orlando y, por lo tanto, no participarán. Tendrán que esperar a la temporada que viene, con la fecha de comienzo fijada, en principio, para noviembre.

Siguiendo hacia el norte, también en América, están Esther Briz y Marta Falceto, ambas en Estados Unidos. La primera, la remera, reside en California y estudia en la Universidad de Stanford, donde no están en cuarentena, pero «sí en alerta», asegura. Pasó los diez días de aislamiento al llegar y después ha tenido que seguir las restricciones que marca la «alerta morada, la máxima que se puede alcanzar». «No puedo competir, espero empezar en abril o en mayo, ahora estamos entrenando para eso, pero no tenemos nada claro», explica Briz.

En Estados Unidos

Ella se hace ahora mismo dos test PCR por semana y solo puede hacer combinaciones de bote con las cinco chicas que vive, para minimizar los contagios. La aragonesa solo sale de casa para entrenar y comer, pues las clases las tiene on line. Además, también ha tenido que modificar sus entrenamientos, empieza a las seis y cuarto de la mañana en vez de a en punto porque tienen que ir antes a responder unas preguntas, les toman la temperatura y les ponen un sello para entrar a las instalaciones.

Alejada del Pacífico se encuentra Marta Falceto, en Misisipi. Sin embargo, la tenista vive la realidad universitaria, donde estudia y tiene todas las comodidades que incluye su beca deportiva, incluido el seguro médico tanto por lesión como por enfermedad. Comienza ahora la temporada de primavera de deportes universitarios, simultáneamente al baloncesto, el golf, el softbol y el béisbol.

Allí cada estado es un mundo y la joven tenista explica que «dependiendo de la zona del país hay diferentes conferencias de universidades, en algunas se han aprobado las temporadas y en otras, no». Ella podrá jugar. Durante los entrenamientos no tiene que llevar mascarilla, aunque sí cuando entra a un pabellón a hacer la parte física. También asegura que «en otras universidades sí que tienen que llevarla cuando entrenan».

La situación en China

Cruzando el océano desde Estados Unidos llegamos a China, país que, para lo bueno o para lo malo, siempre ha ido un paso por delante de la realidad del coronavirus en el resto del mundo. En Hangzhou, Julio Boheli es entrenador de baloncesto de categorías formativas. Allí ahora mismo la mayoría de las ciudades hacen vida prácticamente normal, según relata, ya que están en situación de código verde. El deporte va en consonancia: «En el caso de que en China hubiese un problema de contagios aquí se cierra todo y nadie se mueve de casa, y ya está, pero si nos dan luz verde para poder hacer deporte es porque no es necesario hacer test semanales ni llevar mascarilla», apostilla.

La única diferencia que ha notado el aragonés es que «esta temporada en lugar de desplazarse a otras ciudades para disputar torneos los juegan todos contra equipos de su misma ciudad». También en Asia impresiona el caso de la India, donde, aunque el deporte rey es el crícket, el fútbol también está en marcha. Allí juega el exzaragocista Edu García. Para reducir los contactos y, de esta manera, los contagios, los futbolistas viven «en una burbuja», cuenta el zaragozano. «No estoy muy enterado de cuál es la situación fuera, no tenemos acceso al exterior», afirma y añade que «todos los equipos están en la misma ciudad, cada uno en un hotel y todos los partidos se disputan aquí a puerta cerrada».

Para completar la burbuja «se realizan test cada dos o tres días tanto a los jugadores, como a los trabajadores del hotel», también a los miembros de la familia que se han incorporado. Y en el límite del continente está Víctor Lapeña, en Turquía. El entrenador del Fenerbahçe SK, que milita en la máxima categoría del baloncesto femenino turco, explica que aunque «ha habido muchos partidos suspendidos, sobre todo a principio de temporada», ahora prácticamente se han recuperado y la situación se ha normalizado.

La mayor diferencia con España es que las categorías base ni juegan ni entrenan y que cuando un entrenador da positivo, el equipo debe suspender sus partidos. El preparador aragonés relata que pasó el covid-19, pero que se enteró porque «salieron anticuerpos en un test de sangre». En las PCR siempre daba negativo.

El caso de Italia

Ya en Europa se encuentra Eva Ortega, disputando en Italia la Serie A de fútbol sala con el Montesilvano. Por allí las cosas son bastante parecidas a como las conocemos. Están en marcha todas las categorías que compiten a nivel nacional. Aunque Ortega dice que hasta ahora no ha sido obligatorio que los equipos se hiciesen test antes de los encuentros, aunque el suyo sí se ha hecho desde casi el principio de la Liga. Pero desde este sábado «sí que lo es porque cambia el protocolo, máximo 48 horas antes del partido». Además no se confinará a un equipo hasta que no haya como mínimo tres positivos, porque si no «no daría tiempo de jugarlo todo».

Y en Francia, aunque parece una situación cercana, como confiesa Guillermo Ros, hay muchas más restricciones que en la península: «El toque de queda es a las seis, solo están dejando competir lo que se considera profesional, donde haya 100% contratos profesionales, todo lo demás está parado desde final de octubre», asevera. El jugador de balonmano, en la tercera categoría, ni siquiera puede entrenar, pues los pabellones solo ceden sus instalaciones para deporte escolar y en horario lectivo.

Ros está en ERTE, podría regresar a España, pero va a comenzar a dar clases de español en un instituto público. Comenzaron la competición, pero con muchos problemas porque «cada región ponía una norma diferente, había algunas que estaban confinadas perimetralmente y otras no tenían acceso a los pabellones», por lo que se suspendieron muchos partidos. Ya no por positivos, porque no se hacían test, sino por diferencias en las restricciones.

Muy al sur se encuentra Marcos Pelegrín, director de la oficina de LaLiga en Sudáfrica. Allí todas las competiciones profesionales están en marcha. Los principales deportes son el rugby, el fútbol y el crícket. Al igual que en España se siguen los protocolos, se hacen test y no puede acudir público a los estadios. «Para terminar la temporada pasada de fútbol sí se utilizó una burbuja, pero ahora se está jugando normal, cada equipo en su ciudad y viajando para los partidos», cuenta Pelegrín. A pesar de esto, recuerda que la situación sanitaria allí es complicada, por lo que «está prohibido el alcohol y hay toque de queda a las 21.00 porque tenemos la cepa sudafricana, más contagiosa que la que teníamos hasta ahora», concluye resumiendo la situación en el país.