Argentina es un alma en pena, un fantasma de sus ilusiones de grandeza. Empató en un gol ante el tosco equipo paraguayo y necesita ganarle a Qatar el próximo domingo para mantener un modesto lugar en la segunda fase de la Copa América. El equipo que dirige Lionel Scaloni llegó a la paridad por gracia del VAR a los 57 minutosy después de una jugada que nadie había reclamado. Lo ejecutó Leo Messi. Por algunos segundos, los hinchas que alentaron al equipo en el estadio Mineirão temieron que al capitán le suceda lo mismo que en el primer partido de Rusia 2018 ante Finlandia. Pero el disparo fue implacable y gritó el gol como si fuera el de una final. El grito "Messi, Messi, Messi" no tardó en llegar desde las gradas a modo de agradecimiento.

El seleccionado celeste y blanco tiene la estima tan baja que, señaló Clarín, jugó incluso peor que ante Colombia, lo que ya quiere decir mucho. "Lo que antes del torneo se presentaba como un equipo en formación es en verdad una deformación del sentido colectivo y espiritual que este bendito deporte propone", dijo La Nación de manera lapidaria.

SIN HOJA DE RUTA

"No hay un plan, no emerge una idea, no aparece un equipo, no se explican algunos cambios...Hay una consecuencia en la cancha de tantos zafarranchos en todo sentido... ", dijo Olé. Y esa sensación de desconcierto colectivo a veces también contagia al mejor jugador del mundo.

Antes que comenzara el partido, Messi tuvo un gesto de grandeza para sus compañeros. Los saludo uno por uno. Les dio palabras de aliento y también los abrazó a la vista de todos. Pero no reaccionaron. Cuando a los 28 minutos Richard Sánchez puso en ventaja a Paraguay después de capitalizar una escapada de 40 metros de Almirón, el estadio y los millones de argentinos que seguían el choque por televisión enmudecieron. A nadie, sin embargo, le debió resultar excepcional lo que sucedía en el campo de juego. Como dijo La Nación, el "Argentina era la invocación a la nada". A partir de ese momento, el desmoronamiento fue mayor. Los yerros se sucedieron. Nadie, excepto Messi, claro, quería tener el balón.

Scaloni está lejos de ser un piloto en la tormenta. En parte las provoca por su evidente impericia. Si bien quiere potenciar a Messi solo logra lo insólito: devaluarlo. Al astro del Barcelona se lo vio hasta dubitativo en el uso de una de sus armas más letales, el tiro libre. Lo Celso es una mueca del que brilla en el Betis. Agüero también se muestra irreconocible. Pero el que más desentona a estas alturas es Ángel Di María, una caricatura de aquel que sobresalió en el Real Madrid y que se destaca en el PSG.

Antes de que el VAR le alegrara la noche, el seleccionado había llegado una sola vez con peligro verdadero a la portería paraguaya a través de una jugada combinada de Messi, Agüero y Lautaro Martínez. Vino el empate y casi de inmediato Otamendi derribó en el área a Derlis González. El penal lo ejecutó el mismo González pero Armani impidió lo que habría sido una derrota patética.

El domingo Argentina sabrá si sigue o se va de la Copa. Se clasifica sin problemas como segundo en el grupo B si le gana a Qatar y, a la vez, Colombia vence a Paraguay. Si ganan los cafeteros, deberá esperar que le alcancen sus cuatro puntos para estar entre los dos mejores terceros. Si empata ante los cataríes, algo que ha dejado de ser improbable, tendría dos puntos y solo un milagro de las matemáticas no la sacaría de Brasil.

LA PIADOSA MIRADA DE TOSTAO

Cuesta creer que en el medio de esta pesadilla se encuentre Messi. Tostao, aquel gran compañero de Pelé en el Brasil campeón de México 70 y desde hace décadas uno de los mejores comentaristas deportivos de su país ha ofrecido en las páginas del diario paulista Folha una de las mejores explicaciones sobre los desencuentros de La Pulga con el seleccionado. "La frustración y la tristeza de Messi en no dar un título a la Argentina me recuerda el mito de Sísifo, gran obra del filósofo Albert Camus. Sísifo, personaje griego, es condenado por los dioses a llevar una piedra hasta la cima de la montaña. La piedra sube y baja, por el peso. Y así sucesivamente. Sísifo tiene conciencia de su limitación, de su derrota y de su destino, ante la angustia de la finitud humana. La conciencia lo hace superior a su destino y lo salva para vivir". Messi, así como Sísifo, es, según Tostao, "consciente de su incapacidad de dar un título importante a la Argentina". Por eso "sufre mucho" y cada vez más, "pero no desiste, aunque las derrotas comprometen su prestigio". Esto "lo hace también más humano y mejor, dentro y fuera de campo. Messi es el héroe sin resultado".