Falta poco, muy poco para el choque con Brasil y sus palabras todavía reverberan con una estela de desconcierto entre los hinchas argentinos. «Mi nivel no es el mejor, no estoy jugando como esperaba. No está siendo mi mejor Copa América». La confesión de Leo Messi delante de los micrófonos tiene algo de extraordinario. No solo por el tono autocrítico: obliga al seleccionado celeste y blanco a administrar el bajón impensado del mejor del mundo. El equipo que conduce a tientas Lionel Scaloni ganó y sufrió sin el esperado protagonismo del astro del Barcelona. Argentina se ha resignado por ahora a funcionar como un equipo de iluminaciones esporádicas mientras espera que el genio abandone la lámpara. «Ojalá llegue el gol contra Brasil», dijo. Todos quieren creerle.

«Siempre Messi ha estado por delante de la selección, pero esta vez el equipo está jugando por encima de Messi. No guía la manada ni convierte, y canta el himno (nacional) por primera vez en su partido número 134 en celeste y blanco. La versión impensada. Terrícola y oficinista, atrapado por la kryptonita, al superhéroe se le descosió la capa», lo definió La Nación.

La sorpresa de Messi en esta Copa América se ha dado en el plano del lenguaje. Hasta se ha jurado correr más de la cuenta y le pidió a sus compañeros de ataque, Lautaro Martínez y el Kun Agüero, un esfuerzo más de cara al clásico. Su locuacidad y buen humor es inversamente proporcional al brillo que lo distingue. Eso desconcierta a propios y extraños. No en vano en vísperas del gran partido del certamen regional, Thiago Silva se encargó de recordar que, a pesar de su momentánea condición terrenal, el diez sigue siendo un jugador de otro planeta. Argentina y Brasil juegan mañana a las 2.30 horas.

Según el diario deportivo Olé, Messi llegó a Brasil «golpeado» por la eliminación en Champions ante el Liverpool. La reflexión es unánime en Argentina: «¿Podrá aspirar a algo más sin Messi?».