Argentina es el imperio de las emociones y los excesos. La fiesta de la noche del miércoles ha puesto en marcha la máquina de la imaginación más frondosa. El sueño colectivo es el siguiente: Messi desciende del avión y alza la Copa, se la ofrenda a un país extático. Se sabe que la distancia entre los sueños y la realidad puede ser, a veces, abismal. En este caso tiene nombre: Alemania. Al sueño, entonces, hay que ofrecerle una cuota de pragmatismo. "Si tenemos que ganar colgados del travesaño, que así sea", se repite.

Maradona resume el volátil estado de ánimo nacional. Si, tras el partido con Suiza, destilaba una cuota de pesimismo, ahora cree que Alemania no es imbatible. Hace un par de partidos, los argentinos querían que su equipo fuera diseñado a imagen y semejanza de Leo y calificaban a Sabella de conservador y timorato. Hoy el míster es visto como un sutil estratega y ajedrecista. A estas alturas es irrelevante si la selección es la que quería Messi o la del entrenador si se vuelve el trofeo.

El culto a la genialidad del astro del Barca ha quedado para otros momentos y quizá irrumpa el lunes. Lo que se pondera ante la final es el sacrificio. "Tener huevos", como se dice. De allí que sea Javier Mascherano el emblema circunstancial. Todos los diarios lo elevaron a la categoría de héroe, junto a Sergio Romero, un portero que, apenas semanas atrás, lucía manco a los ojos de algunos comentaristas.

LA HORA DE MESSI Pero con eso nos basta. Se necesita de Messi. El periodista Juan Pablo Varsky se encomendó a su figura en una crónica emocionante: "Leo, faltas vos. Vas a jugar una final del mundo. Tus compañeros te llevaron al Maracaná. Domingo 13 de julio es tu fecha con la historia. Y ante Alemania, justo los que te sacaron de tus dos Mundiales anteriores. Es tu turno. Habrá tiempo y espacio para el análisis. Hoy, no. Estoy llorando de la emoción y escribo lo que puedo, lo que me va saliendo del corazón".

Burlarse del infortunio brasileño es otro de los pasatiempos. El presidente de la Federación Alemana, Wolfgang Niersbach, recordó ayer que últimamente Argentina le gana los amistosos a los germanos pero pierde los que realmente valen.