Ya da igual que queden cinco etapas para la llegada a París. Ya casi no importa que hoy las 21 curvas de Alpe d´Huez deparen el sensacional espectáculo de una cronoescalada, novedoso, histórico, algo que ha atraído nada menos que a un millón de personas, según la previsión hecha por la organización del Tour. Hoy subirá a Alpe d´Huez y mañana al Glandon y a La Madeleine un pelotón de cobardes. Sí, de cobardes, calificativo en el cual aparte de los ciclistas se incluyen a unos directores que no hacen otra cosa que frenar el ímpetu de los corredores. Lance Armstrong ganará el Tour el domingo, en París, no sólo porque es el mejor, que lo es, sino porque lleva seis años participando en la ronda francesa rodeado de ciclistas que no se atreven a atacarle, que marchan a su ritmo y que corren a sus órdenes, con la única excepción, entre las figuras, de Jan Ullrich. Y así triunfará en los Campos Elíseos mientras le venga en gana y el cuerpo siga aguantando.

EL MAS VALIENTE Nadie puede discutir a Armstrong. Lo hace todo bien. Incluso cuando ficha con sus poderosos dólares a los mejores corredores. Pero es que además se permite el lujo de burlarse de todos, empezando por el CSC de Ivan Basso y acabando por el Euskaltel de Iban Mayo, ya en casa, por su fragilidad de moral. Decían ayer en el conjunto danés del CSC que Jan Ullrich era un loco por atacar a Armstrong a 60 kilómetros de meta. Qué adónde iba. Pues Ullrich no era un loco. Era y es más bien una excepción en un pelotón de acobardados, que frena cuando se caen los gregarios de Armstrong, que espera al tejano cuando pincha la rueda trasera y que le pone gregarios a destajo cuando los del americano flojean más de la cuenta.

Sólo dos ciclistas se han atrevido a atacar a Armstrong en las etapas de montaña: Ullrich, ayer, y Paco Mancebo (cedió dos minutos en Villard de Lans), en los Pirineos. El alemán trató ayer de dar un tumbo a la carrera y a la historia. A por todo o nada, como se hacía en el ciclismo de antaño, como le hizo el malogrado Marco Pantani al propio Ullrich en 1998. Puso coraje y lo que hay que poner encima de la mesa, en el Echarasson, el único puerto serio del día. En un santiamén, el US Postal estuvo en jaque. En un abrir y cerrar de ojos, el ciclista alemán consiguió un minuto de diferencia, en una magnífica aventura que duró 32,5 kilómetros, los mejores y más apasionantes de esta edición de la ronda francesa.

Corría Armstrong con Floyd Landis demasiado asfixiado y con José Azevedo sin participar en el juego. Pero también lo hacía con dos corredores del CSC, el líder, Basso, y Carlos Sastre subiendo a su rueda. El T-Mobile, en una acción arriesgada pero elogiable, decidió sacrificar a Andreas Klöden y hasta su posible podio para preparar el ataque de Ullrich. El CSC, al contrario, apostó por guardar la ropa y por convertirse en el más fiel de los aliados de Armstrong. Bjarne Riis, el director, ordenó a Jens Voigt, que iba escapado con Richard Virenque, que esperara para ayudar al US Postal. Ver para creer. Voigt, un alemán de pura cepa, a la caza y captura de la estrella de su país. "Lo lamento por Ullrich. Pero me mandaron parar porque el US Postal tenía dificultades para atraparle", se justificó el corredor del CSC. Ullrich se mostró irónico en sus palabras: "Armstrong tiene el mejor equipo... y con Voigt, todavía más". Riis se defendió: "Sé que muchos no entenderán mi táctica. Pero lo que hice fue para proteger a Basso". Y Armstrong agregó: "No me inquieté con el ataque de Ullrich. Conocía el terreno y no podía hacerme daño".

Corría peligro la segunda plaza de Basso. Pero la ayuda a Armstrong se hizo, también, pensando en la clasificación por equipos, que la formación danesa había perdido con la alemana en la jornada del domingo, gracias a que Santiago Botero se coló en la escapada buena. ¿Por qué no dejaron que el US Postal hiciera aguas? ¿Por qué Riis no ordenó atacar a Sastre, que iba en el grupo? ¿Por qué el CSC se está mostrando tan dócil hacia el tejano desde que Armstrong permitió el triunfo de Basso en La Mongie? Por una etapa, por un plato de lentejas, no han querido probar, sí probar, si existía alguna posibilidad aunque fuera remota de que el trono de Armstrong se tambalease.

EL MAS LISTO Y EL MAS GRANDE Ayer el conjunto danés desaprovechó una ocasión perfecta para castigar a Armstrong. Podían haberlo intentado sin siquiera desgastar a Basso. Si tenían equipo para atrapar a Ullrich, porque le capturó Voigt y no el US Postal, es que estaban lo suficientemente fuertes para ponerse los guantes de boxeo y golpear al tejano. Pero la bofetada, como siempre, la volvió a dar Armstrong. Dejó a Ullrich sin trofeo y al CSC, pese al trabajo a destajo realizado en beneficio suyo, sin el triunfo de etapa. El ganó y se enfundó el mallot amarillo tras hundirse el joven Thomas Voeckler, que dijo un adiós probablemente definitivo a su liderato al llegar a nueve minutos. Armstrong es el más listo. Es el más grande. Y los demás parecen tontos.