Qué distinto es llamarse Lance Armstrong o Iban Mayo. Un corredor español recordaba ayer lo ocurrido el martes, cuando el vasco se fue al suelo. Tyler Hamilton, el estadounidense del Phonak, uno de los principales contrincantes del pentacampeón, era el primero que gritaba: "Tirad, tirad", sabedor de que el vasco pasaba por un calvario. Se fue a muerte. Quisieron sentenciar al líder del Euskaltel. Ayer, en cambio, se cayeron dos compañeros del tejano --Beltrán y Rubiera-- y se nadie tiró. El pelotón del Tour 2004 corre acomplejado por la enorme personalidad de Armstrong. Así será difícil acabar con su imperio.

"El pelotón respetó la caída y el martes, cuando se accidentó Mayo, no se hizo. El problema era encontrar qué equipo era el primero en tirar", cuestionó ayer Eusebio Unzué, director del Illes Balears. Circulaban a 98 kilómetros de la meta. Cinco ciclistas iban escapados. Casi un cuarto de hora de ventaja. Entre el US Postal de Armstrong y el Fassa Bortolo de Petacchi empezaban a acelerar el ritmo de la carerra. Había tiempo para la caza. Lluvia, viento y ambiente frío. La cabeza del pelotón entró en una curva. A Vicioso, del Liberty, se le descontroló la bicicleta. Chocó con Rubiera, a quien le hizo un profundo corte en el gemelo con el plato de la bici. Fueron los primeros en caer. Pero no los únicos. Beltrán impactó con el codo sobre el asfalto. Petacchi chocó con el pecho. Boogerd se dio un revolcón y Heras, al menos, se fue al suelo sin mayores consecuencias.

VOECKLER, NUEVO LIDER Lance Armstrong, con rapidez, habló a través de su radio con Bruyneel, el director. Beltrán se quejaba de dolor y Rubiera tenía la bici averiada. Todos le miraban. ¿Qué hacer? Tácticamente podía resultar interesante desgastar al US Postal, o hasta intentar eliminar a dos hombres claves en los planes del tejano en la montaña. Hamilton se paró. Ullrich, también. Mayo no se atrevió a reaccionar. Mancebo, tampoco. Dejaron de pedalear. Armstrong seguía hablando. Ordenó a los suyos pasar delante, a frenar el ritmo lo necesario, como si unos serviles cicloturistas hubiesen tomado el pelotón. Y, claro, todos enlazaron.

Los fugados llegaran a Chartres, donde ganó Stuart O´Grady para limpiar la imagen del Cofidis, manchado por la sospecha de dopaje. Con él iba el campeón de Francia, Thomas Voeckler, criado en La Martinica, cuyo padre desapareció en el Atlántico, navegando. Se vistió de amarillo. Dispone de 9.35 minutos de renta sobre Armstrong. Puede haber líder para unos días.