Minuto 89. Zapater, sin demasiada prisa, se disponía a botar un saque de esquina que no contaba con muchos aspirantes a rematar. Apenas tres amigos, Guti, Delmás y Álvaro Vázquez esperaban en el área. Ni rastro de los centrales, a los que Víctor ordenó no abandonar su parcela. Álvaro miró un instante a la portería del Oviedo en busca del mejor ángulo para esperar el servicio y después conectó con la mirada con Zapater, que entendió el mensaje. El balón fue directo al catalán, aunque ligeramente alto y escorado a su derecha. Pero quedaba un recurso. El recurso. La espuela. Golazo. 2-0.

La Romareda se volvió loca. Como hace casi 33 años, cuando el malagueño Paco Pineda firmó una obra de arte similar. En el mismo escenario y la misma portería que el pasado viernes. Entonces, el balón llegó procedente de un semifallo de Rubén Sosa. Pineda, algo más lejos de la portería que Álvaro, también sacó brillo a su espuela para acabar con el rival. Era el primero de los cuatro tantos que aquel Zaragoza, gallardo en Liga y futuro campeón de Copa, endosó a Las Palmas. «El gol de Álvaro me trajo recuerdos porque creo que fue similar al que marqué yo aquel día. La espuela fue un recurso que ambos utilizamos cuando te ves el balón encima. Los dos golpeamos bien y al portero no le dio tiempo a reaccionar», recuerda Pineda.

El malagueño no tiene preferencia por uno u otro tanto. «Ambos son muy bonitos y especiales porque no es algo habitual», remarca y tiene claro que ese tipo de remates solo puede imaginarse por un delantero. «No puedes hacer otra cosa. Es eso o dejar pasar el balón, y sacar la espuela solo se le ocurre a los delanteros que siempre tenemos la portería rival en la cabeza. De espaldas, en la esquina o agachados, los que somos 9 puros rematamos lo que sea, como sea, donde sea y con lo que sea», asegura.

Aquel tanto fue «uno de los más bonitos» en la dilatada trayectoria de Pineda, aunque quizá no el que más. «Recuerdo uno que marqué en la pretemporada en Teruel. Fue una chilena desde la esquina del área grande y que mandó el balón directamente a la escuadra. O uno que le marqué de tacón a Castro, portero del Sporting. En mi vida repetí algo así».

Aunque quizá el de Álvaro es «más importante» para el equipo «por la situación en que se encuentra». Recuperar a Álvaro y que marque goles es muy importante. Lo que pasó le va a venir muy bien a él y al equipo», afirma el andaluz, que no se pierde un partido del Zaragoza. «Soy medio maño», asegura. Para Pineda, este tipo de remates vienen asociados a un estado de ánimo. «Cuando te sientes a gusto y te encuentras bien te atreves a realizar este tipo de cosas porque tienes confianza».

El golazo dio la vuelta al mundo. En Japón lo vio Juan Eduardo Esnáider, delantero de leyenda del Real Zaragoza. «Fue un tanto muy bueno y muy difícil de marcar. Es de los recursos que se intentan muchas veces pero nunca o casi nunca salen», expone el argentino, que muestra su «gran alegría» por Álvaro y el equipo. «Ójalá marque muchos más, aunque no sean tan bonitos. Solo deseo que el Zaragoza siga ganando».

Para Pardeza, otro delantero ilustre, el gol de Álvaro se escapa del repertorio ensayado por un ariete. «No son goles que metes, sino que te pasan. Es el tipo de jugada que nadie piensa, sino que te sale», asegura el onubense, que incluye este tipo de dianas entre las que «ni se ensayan ni se imaginan. Simplemente suceden. Es el gol que no buscas si no que te busca él a ti», subraya.

Para Pardeza, el partido del pasado viernes forma parte ya de la historia dorada personal de Álvaro. «Lo recordará siempre porque es poco probable que pueda repetirlo. Cuando se retire lo recordará porque es algo extraordinario que se sale de lo normal y se escapa del catálogo rutinario del delantero».