Alberto Soro debutó el sábado en el Estadi Municipal en Reus y necesitó solo seis minutos de tiempo reglamentario y tres más de prolongación para confirmar en partido oficial lo que ya había dejado muy claro en la pretemporada, que grita muy alto su titularidad y que está para jugar mucho más tiempo que esa fugaz aparición en Reus como balance de las dos primeras jornadas. La consigna en su entorno, en su agencia de representación (Mediabase), es la tranquilidad y la misma se repite en el Zaragoza, a sabiendas de que más pronto que tarde las dos partes se van a tener que sentar para hablar del futuro del jugador más prometedor de la cantera zaragocista.

El futbolista nacido en Ejea, que cumplirá en marzo 20 años, tiene firmado un vínculo por dos cursos más con el Zaragoza. Es un contrato casi idéntico a otros de la cantera, pero no hay cláusulas de renovación por presencias en el primer equipo, ya que Soro ya renovó en su día. Así, el Zaragoza debe sentarse con él para prorrogarlo. A su llegada a la dirección deportiva en febrero del 2017, Lalo Arantegui se encontró muchos errores de planificación con la cantera, pero quizá uno de los mayores era que Soro acababa contrato en el 2018, solo un año después. Había cambiado de agentes y Lalo se empeñó en atar cuanto antes y lo mejor posible al mediapunta. Lo logró en noviembre de ese año para ampliar ese vínculo hasta 2020.

La atípica pretemporada ofensiva del Zaragoza, donde los refuerzos en ataque han tardado mucho en llegar (Marc Gual o Álvaro Vázquez) y con las lesiones de jugadores como Papu o Toquero o el flojo nivel de Jeison Medina, supuso que Soro tuviera más oportunidades de las previstas y casi siempre en posiciones adelantadas. Y las ha aprovechado muy bien. Tanto que el club, que planeaba un año en Tercera en el salto del juvenil al Aragón para el mediapunta, ahora tiene la idea de que sea la competición y las necesidades de Idiakez las que marquen su presencia en el primer equipo. Si no las hay, jugará a las órdenes de Javier Garcés en el filial. El técnico vasco, de momento, lo ha citado para los dos partidos, en una posición, la de centrocampista ofensivo, donde las alternativas son muchas (Buff, Papu, Pombo, James Igbekeme, Pep Biel...)

LA PREDISPOSICIÓN / En el club se afronta el caso con tranquilidad, sabiendo también que el mediapunta, cuyo deseo es triunfar en el Zaragoza (llegó a esta cantera a los 10 años, en el Alevín B, por lo que ha recorrido todas las categorías), va a tener más fuerza negociadora cuanto más deslumbrantes sean sus apariciones. ¿Y sus representantes? Ni han recibido presiones o chantajes para que renueve ya, ni tienen prisa con el futbolista, repitiendo hasta la saciedad el término de la paciencia. Obviamente, desde su entorno se cree que la pretemporada y sus actuaciones justifican más minutos que los que ha tenido, pero eso se queda solo en el campo de la opinión.

Cuando haya que sentarse lo harán con la predisposición de llegar a un acuerdo, teniendo en cuenta que Soro es un futbolista cotizado. El Manchester City lo ha seguido mucho, como también el Madrid o el Barcelona. Por citar los ejemplos más relevantes. De momento, está en esas y en otras agendas, pero solo eso. Además, con contrato en vigor como tiene, deberían negociar con el Zaragoza, salvo el pago de su cláusula.

Soro llegó a la pretemporada como el resto de canteranos pero desde el primer momento su último pase, su descaro y su capacidad ofensiva, además de esa potente arrancada que le hace ser decisivo en los últimos metros, convencieron a Idiakez, que le dio camiseta de titular en los amistosos ante el Nástic, el Leganés o en el Carlos Lapetra contra el Levante, el ensayo final del verano. Anotó, además, cuatro goles, uno menor en la prueba con el Boltaña, pero los otros de enjundia. Decidió el amistoso ante la Real Sociedad al minuto de salir en el 88 tras un recorte a un defensa y batir en el mano a mano a Moyá, marcó el 1-2 en Teruel a pase de Nieto y también anotó en la goleada encajada por el Zaragoza contra el Leganés, ahí tras marcharse de dos defensas y encontrar suerte en su disparo que golpeó en un rival.