El desafío de Atenas y de toda Grecia acabó ayer con una multitudinaria fiesta en el estadio olímpico y la satisfacción de los organizadores y del Comité Olímpico Internacional (COI) por haber pasado una prueba que se presentaba complicada. Quedan atrás los tiempos en que Juan Antonio Samaranch, el presidente de honor del COI, ponía una nota comparativa en el examen de cada clausura, pero el olimpismo sale reforzado de su cuna y ya pone la vista en Pekín 2008.

Grecia ha buscado en esta cita la proyección internacional de su vasta cultura, y las dos ceremonias han ofrecido un amplio panorama del acervo cultural de un pueblo milenario. Una vez más, la música de Zorba, el griego del compositor Mikis Theodorakis cerró una intensa demostración de media hora, con más de 3.500 voluntarios, antes de la ceremonia de medallas del maratón, la última prueba de los Juegos.

Esa entrega resultó una novedad de la clausura, dentro de la especial relevancia que se le ha querido conceder en la cita ateniense a la legendaria prueba de fondo.