Se terminó de forma abrupta, casi inesperada, el gran sueño del Atlético. Después del verano más ambicioso que se recuerda, en medio de la mejor etapa de su historia y camino de una final en su casa, el batacazo en Turín ha dejado decepcionada y abatida a una masa rojiblanca que se debate entre los caminos a seguir.

Como un clérigo de la Edad Media que azota su cuerpo perturbado por las doctrinas más salvajes del cristianismo, el Atlético se cuestiona a sí mismo todos sus principios en un castigo autoimpuesto tras la desalentadora derrota ante la Juve en octavos de la Liga de Campeones. Simeone no consiguió sobreponerse a la disposición táctica de la Juventus, ni con la presión que ha demostrado que puede hacer, ni con las carreras vertiginosas a la espalda de una defensa lenta, ni con las posesiones ni con el juego de desborde que planteó y con el que naufragó. El modelo, cuestionado.