De la misma forma que la condición humana no permite otorgar el valor justo a las cosas más mundanas hasta que no se han perdido, el camino del Atlético de Madrid hacia el título de la Liga de la pandemia no podía ser tan apacible como había venido siendo hasta hace un mes.

Después de una primera vuelta casi inmaculada, solo con la derrota en el derbi capitalino y dos empates en su casillero, el mes de febrero ha traído para los de Simeone unas desdichas que se podían esperar, pero no por eso se van a solucionar más fácil.

El Atlético solo ha ganado un partido de sus últimos cuatro compromisos ligueros, culminados por una sucesión de dos derrotas (la segunda en la ida de octavos de final de la Liga de Campeones ante el Chelsea) que han encendido todas las alarmas.

Ventaja perdida

La ventaja de diez puntos que llegaron a manejar con solvencia los atléticos a final de enero, con dos partidos menos durante buena parte de la temporada, se han evaporado entre una nueva vulnerabilidad que asoma por el Metropolitano tras ocho partidos seguidos encajando gol. Ya con solo un partido pendiente de los aplazados al inicio de la temporada, los tres puntos de ventaja que conserva sobre el Madrid, y dos sobre el Barça tras su victoria sabatina en Sevilla, se antojan exiguos ante los exámenes que tiene el Atlético por delante.

El primero es esta noche en Villarreal (21.00 h), con la dificultad intrínseca de enfrentarse al sexto clasificado y con la obligación de revertir la mala dinámica antes de recibir en casa al Real Madrid, el próximo fin de semana, en un día que se antoja trascendental. «Confío muchísimo en mi equipo y en el trabajo que estamos desarrollando. Me genera mucho optimismo que el equipo sigue un plan, vaya bien o vaya mal, y lo ejecuta. Ese es el camino; muchas veces saldrá mejor que peor», declaró Simeone en la previa.