El Atlético de Madrid puede respirar con algo más de tranquilidad tras vencer, no sin sufrir, al Celta de Vigo por 3-2, un resultado que hunde a los gallegos en la clasificación de cara a las tres últimas jornadas de Liga, que tendrán que afrontar en una situación límite. Ambos conjuntos afrontaban el partido acuciados por la necesidad, lo que deparó un choque extraño, pródigo en errores defensivos, que se plasmaron en más ocasiones y goles que juego.

El Celta, que llegó al Calderón invicto con el entrenador Ramón Carnero y sin recibir un gol en los últimos cuatro encuentros, encajó el primer tanto a los 70 segundos, y otro más en el minuto 5. En ambos casos, la que parecía la defensa más sólida del último mes, fue la zaga más despistada. En el primer tanto, dejó solo a Nano en el segundo palo y, poco después, no supo cómo despejar en el área una falta indirecta, que Fernando Torres terminó por convertir en el segundo gol.

MUCHOS NERVIOS En cinco minutos, el Atlético se encontró con una situación desconocida, una ventaja casi decisiva y un rival descentrado, pero ni así supo aprovecharlo. No encontró la forma de jugar a favor de corriente. Sin juego en el centro del campo, donde estuvo poco acertado Diego Simeone e intermitente Jorge Larena, e inseguro en su retaguardia, el Celta tuvo más ocasiones de las que creó. Sin acierto, ni suerte, el Celta desperdició las numerosas oportunidades de puntuar que le ofreció el rival y acabó el encuentro con un hombre menos, por la expulsión de Berizzo (m. 88), frente a un Atlético presa de los nervios, que capturó una extraña victoria que le mantiene en la pugna por la Copa de la UEFA.