Tiger Woods restaba ayer importancia a su bache de juego en estos primeros meses de temporada. "Estoy bien, a punto para este Masters". Phil Mickelson, una de las pocas estrellas a la que aún le falta un Grand Slam, elevaba su cotización: "Me veo con muchas posibilidades". Vijay Singh, que ya sabe lo que es ganar en Augusta --lo hizo en el 2000--, desborda confianza. "Me siento muy cómodo con mi juego".

Pocas veces antes de un Masters había tantos jugadores dispuestos a compartir la etiqueta de favorito como en esta 68 edición. Y, en pocas, muy pocas, los pronósticos estaban tan abiertos para acertar el sucesor del canadiense Mike Weir, el primer zurdo ganador en la historia, que tampoco está dispuesto a quedar fuera de ese círculo restringido. "He estado trabajando muy duro en los últimos meses para repetir", dijo Weir.

José María Olazábal y Sergio García, los dos únicos españoles que tomarán parte en el torneo, comparten esa opinión. "No sólo necesitas que tu juego esté bien, también que toda la semana te acompañe un poco la suerte", dice García, metido ya en los 24 años y necesitado de confirmar todo el talento que atesora. "Yo, ahora mismo, me siento muy confiado. Realmente ha valido la pena todo el trabajo que he hecho este último año para cambiar mi swing", asegura el castellonense. "El campo estará más difícil que nunca, con los greens muy rápidos y duros. Habrá que pegar largo con el drive, pero también estar fino alrededor de green", advierte Olazábal, doble campeón del torneo (1994 y 1999), que no acaba de sentirse a gusto con su juego.

El calor de estos últimos días en Augusta se ha convertido en uno de los temores de los jugadores, porque hará muy complicado frenar las bolas en los greens, una de las grandes defensas del campo. Las previsiones, además, sólo dan un 20% de posibilidades de lluvia.

TRES TITULOS EN NUEVE AÑOS Para todos, el rival a batir será Tiger Woods, que en nueve ediciones ha conseguido tres victorias. "Tiger es Tiger, siempre intimida cuando lo ves en lo alto de la clasificación", cuenta Singh. Pero lo cierto es que en boca de los millares de aficionados que peregrinan cada año a Augusta --cerca de 30.000 acudieron a la última vuelta de entrenamientos-- sólo está la supuesta crisis del número uno mundial, que algunos achacan a su ruptura con el técnico Buch Harmon y a algunas ligeras modificaciones en el swing.