—A la conclusión del partido de Granada dijo que no estaba insatisfecho con el juego de su equipo. Sin embargo, el Zaragoza no termina de arrancar en la clasificación. ¿Por qué?

—Aunque sé que es lo importante, no me puedo centrar solo en la clasificación. Tengo que mirar otras cosas. Para mí hicimos un buen partido ante un equipo muy poderoso, con mayor presupuesto, con unos números en casa increíbles… En muchos momentos los tuvimos contra las cuerdas. Nos faltó transformar eso en goles, en definitiva en puntos. Hay que valorar lo que habíamos preparado para ese partido y luego concluir si hemos conseguido lo que queríamos o no. Luego, por supuesto, está el resultado.

—Parece que al equipo le falte carácter, ambición. ¿Tiene la misma impresión?

—Nos falta contundencia, ser letales. El gol es algo que se paga. Todos sabemos que los delanteros que te aseguran goles hay que pagarlos. Nosotros no estamos entre los más fuertes para conseguirlo. Cuando se hizo la plantilla, ya se veía que no teníamos ningún jugador que nos pudiese asegurar muchos goles. Borja los había hecho, pero en Segunda B. Y Toquero siempre ha sido un jugador de 6 u 8 goles, no de 20.

—¿Echa de menos a otro delantero en la plantilla?

—Tenemos a Borja, Vinícius y Toquero, que también se trajo para la banda derecha pero al que se puede sacar más rendimiento en la zona central por su fortaleza en el juego aéreo, en la disputa o el remate. No lo estamos teniendo todo lo que quisiéramos. A Vinícius sí lo tenemos, pero le está faltando el gol, que es lo que se le pide a un delantero. En cuanto a número, no obstante, creo que no nos faltan delanteros.

—Dice que aquí se mira demasiado el resultado. ¿No le parece normal tratándose del Real Zaragoza?

—Ese es el conflicto. Al ser el Real Zaragoza, se generan unas expectativas que quizá no son reales. No estamos siendo capaces de ver cuál es la situación. Hay una urgencia, una necesidad porque, como es el Zaragoza, no le corresponde estar en esta situación. Pero esas expectativas no son reales y, si no lo consigues, eso genera cierta frustración, que la puedo entender pero no beneficia. Ahora mismo somos lo que somos, ahí está el límite salarial que lo demuestra. Lo que pasa es que eso choca con la necesidad y ahí se general el conflicto.

—¿Entiende entonces que debería mandarse otro mensaje desde dentro del club?

—No se puede renunciar a pensar en el ascenso. Es un proyecto que se inicia con gente joven y con inexperiencia, y eso necesita tiempo. Pero eso no quiere decir que no tengamos la ilusión de que, si podemos el primer año, vamos a intentarlo. Sí es verdad que este equipo tiene que crecer mucho todavía para tener opciones de poder ascender.

—¿Se puede mantener el objetivo del ascenso tal y como está la clasificación?

—Yo siento que va a llegar ese momento en el que vamos a poder engancharnos a los puestos de privilegio. Tenía previsto que lleváramos 5 puntos más, pero estoy convencidísimo de que va a llegar el momento en el que nos vamos a poner a tiro de 4 o 5 puntos. A ver si llegamos bien a ese momento y entramos en las seis u ocho últimas jornadas con esa posibilidad.

—¿Por qué el equipo falla en situaciones en las que se acerca a ese punto de inflexión que podría suponer el cambio?

—Es verdad que eso sucede, pero yo debo estar ilusionado, ganar el viernes y seguir buscando ese punto de inflexión.

—¿Lo achaca a problemas individuales, a algo colectivo, a la casualidad…?

—Para cosechar varios resultados positivos debes tener regularidad y ser eficaz en las dos áreas. No lo hemos sido. En nuestra área, sin pasarnos por encima, estamos encajando goles por pitos o por flautas. Arriba también nos falta. Estamos siendo muy eficientes de área a área, pero en las zonas más importantes no estamos siendo regulares.

—Dice Zapater que el partido ante el Córdoba es una final. ¿Coincide con él?

—Una final es una final... Todos los partidos son importantes. Uno de nuestros objetivos en estas primeras jornadas del año era salir del atolladero, alejarnos de esas posiciones calientes. Si conseguimos los 3 puntos, sabemos que sería un salto importante respecto a los tres últimos, aunque no pudiéramos separarnos más del Barça B.

—De los ocho últimos partidos, el Zaragoza no ha encajado gol en la mitad. Los otros cuatro han coincidido con actuaciones muy malas. ¿Le descorazona esa inmadurez defensiva?

—Los nueve goles encajados en Huesca, Almería y Valladolid nos han hecho mucho daño, pero si los quitas estaríamos con 19 en contra en 20 partidos. Estaríamos por debajo de un gol por partido. No es descorazonador, pero sí que pensaba que a estas alturas seríamos un equipo más estable, más fiable.

—De los proyectos que ha iniciado en los diferentes equipos que ha estado en los últimos años, este es el que más le está costando. ¿Le da muchas vueltas?

—En Sant Andreu o en Reus lo pasé muy mal y tuve que trabajar mucho para sacarlos adelante.

—¿Aquí hay más presión?

—Si me guío por la presión externa, me vuelvo loco. Tengo que ser lo suficientemente listo para gestionar todo. Como siempre he dicho, yo sé cómo va a acabar este proyecto y espero llegar a la meta. No estoy frustrado por no estar consiguiéndolo porque esto no ha acabado. Estoy en ello.

—¿Sigue pensando que esto va a acabar fantásticamente?

—Sí.

—¿Qué entiende por «fantásticamente»?

—En Primera División, claro.

—¿Estaría el equipo preparado para pelear por el descenso si llega el caso, con la carga psicológica añadida que eso supone para el futbolista?

—No lo sé. De momento no es el caso.

—Lalo Arantegui afirmó recientemente que este equipo no va a pelear por el descenso. ¿Puede ser usted tan rotundo?

—Desde luego. Creemos mucho en este equipo. Sabemos cómo se ha construido, cuál es el camino y el margen de mejora que tiene. No contemplamos eso. En el fútbol puede ocurrir de todo, pero ahora mismo tampoco transmite el equipo tanta negatividad como para pensar en eso.

—¿No es paradójico que el equipo fuese más fresco y jugase más suelto a principio de temporada, cuando los futbolistas se conocían mucho menos?

—Es verdad, pero todo viene a raíz de la derrota de Huesca. Nos hizo muchísimo daño, no sé por qué. Desde ese día y el del Almería perdimos nuestra identidad. A partir de entonces, yo creo que no hemos estado tan mal, independientemente de los picos de los jugadores. Hay una línea muy estrecha entre ganar y perder.

—¿Se arrepiente de haber hecho tantos cambios aquella noche en El Alcoraz?

—No. Si hubiera hecho otro once, tampoco sé si habríamos ganado o nos habrían metido seis. Cuando tomo decisiones, lo hago porque creo que son las mejores. Luego, cuando el partido sale como sale, me siento responsable y así lo dije después del partido. Cuando un equipo lo hace tan mal colectivamente, el primer responsable es el entrenador.

—¿Qué parte de culpa tiene de que el Zaragoza no arranque?

—No lo sé, es difícil responder. Soy de los que creo que el entrenador es responsable de lo malo y de lo bueno. Cuando el equipo lo hace muy mal, el principal responsable soy yo. Cuando no lo hace tan mal, yo no puedo asumir toda la responsabilidad. En lo bueno y en lo malo tenemos responsabilidad todos, pero no sé medirla.

—Da la impresión de que usted pensaba que el equipo estaría bastante mejor a estas alturas. ¿Es así?

—sí, esos 4 o 5 puntos de los que hablo. Si los hubiéramos sumado, quizá tendríamos esa sensación de que el equipo está un poco mejor en todo. Sé qué tipo de equipo éramos y lo que nos iba a costar, aunque es verdad que está costando más de lo que yo pensaba… Esos 4 o 5 puntos.

—Hasta ahora ha contado con un respaldo absoluto o casi absoluto por parte del club. ¿Entiende que eso puede cambiar en algún momento?

—A nivel personal no me gusta meterme en estos berenjenales. Trabajo cada día para responder a la confianza que han depositado en mí y quiero llegar a la meta con este equipo. A partir de ahí, todos sabemos cómo es esto. Pero trabajo y responsabilidad no va a faltar.

—¿El partido del Córdoba puede tener un significado especial?

—No sé. Ya se habló de ultimátum después del partido de Valladolid. Es algo que sale de vez en cuando por parte de la prensa, creo. Esto es muy cambiante, para lo bueno y para lo malo. Ya sé que soy el peor entrenador desde que está el Zaragoza en Segunda y todo eso, pero también hay que aprender de las experiencias vividas. ¿Cuántos entrenadores y jugadores ha habido aquí en los últimos años y cuál ha sido el resultado? Igual no viene mal tener un poco de paciencia.

—¿Cómo se ha sentido tratado en la calle?

—Muy bien. La gente que se acerca es normalmente la que te quiere animar. Los que no te pueden ni ver no se acercan. La afición es lo mejor que tenemos, indudablemente.

—¿No es chocante que la afición mime tanto al equipo en la peor temporada de las últimas?

—Quizá porque desde la grada están entendiendo que este es el Real Zaragoza con toda su historia pero que ahora está viviendo esta situación. Igual también entienden que se juega bien de vez en cuando, están orgullosos como el día del Cádiz porque el jugador se deja la piel aun estando con nueve... o igual tienen fe como yo.

—¿Hay algún problema de exigencia o presión?

—De la afición no podemos tener ninguna queja. Los futbolistas, ahora mismo, se están sintiendo muy cómodos en casa, motivados. La Romareda no está siendo un motivo de presión, no les está pesando a los jugadores. Si La Romareda presionara al equipo, no haría el fútbol que ha hecho en algunos momentos.

—¿Faltan líderes en el vestuario o jugadores con más carácter?

—No. Es verdad que hay momentos que nos está faltando ese liderazgo y hay jugadores que se les trajo para asumir ese rol. Lo están haciendo, pero una cosa es hacerlo en el día a día en el vestuario y otra asumirlo en el campo. A Mikel no lo estamos teniendo todo lo que queríamos, a Toquero tampoco…

—¿Espera que venga algún futbolista nuevo antes del cierre de mercado? ¿Le gustaría?

—A todo entrenador le gusta que le refuercen el equipo, y más si te dicen que hay capacidad para fichar a cinco futbolistas, por ejemplo. Yo me adapto mucho. Si te dicen que no hay dinero y no se va a poder fichar, no le doy más vueltas.

—¿Espera entonces que el 1 de febrero estén los mismos en el vestuario?

—Sí.

—¿Ni entradas ni salidas?

—No. Si hay alguna entrada es porque hay alguna salida.

—¿Estará Wilk en la plantilla la semana que viene?

—Primero tiene visita médica el día 30 o 31. Ahora ha estado unos días parado porque notó una molestia, pero le han hecho una resonancia y está bien. Él tiene que tomar la decisión de saber si se ve capacitado. Yo lo veo entrenando a tope, pero hay que tener en cuenta sus sensaciones, que se vea con fuerza en esa rodilla después de tres operaciones.

—¿Cómo está la lista de la enfermería para el partido ante el Córdoba?

—Zapater y Alberto (Benito) estarán. Mikel, Gaizka (Toquero) y Guti seguirán con la recuperación, y Buff llegaría muy justo. Estamos pensando si arriesgarlo mañana (por hoy) para tenerlo el viernes o esperar a la semana que viene.

—¿Echa de menos a Guti?

—Ahora mismo me desgasta no tenerlo, me quita el sueño.

—¿Cómo está asumiendo Zapater su cambio de rol?

—Zapater no puede estar los 42 partidos al 100%. Hay que cuidarlo. Quizá jugó demasiados minutos en la primera vuelta. Necesitamos al mejor Zapater, y él también se necesita al 100%. Además, él es consciente de la importancia que tiene su físico y cómo está en cada momento.

—¿No ha sido injusto con Delmás?

—No. Todo lo contrario. Hace cuatro o cinco meses era impensable que pudiera jugar tanto. Si se lo dicen en agosto, habría dado palmas con las orejas. Es verdad que ha tenido muy buenos momentos, pero es joven y hay que llevarlo con tranquilidad.

—¿Tiene mucho margen de mejora Alain Oyarzun?

—Sin duda. Alain sabe lo que hay y sabe que tiene que dar un paso adelante para tener más continuidad. Hasta el momento no le llega, no sirve. Depende de él meter quinta. Si no ha captado el mensaje, tendría un problema. Él, no yo. Pero no es tonto.

—¿Qué opinión le merecen los jóvenes de la cantera?

—Creo en ellos, creemos en ellos. Estos chicos de la casa son los que van a llevar al Zaragoza a Primera División. El futuro de este club son ellos. Pombo, Delmás, Guti, Lasure... Esperemos que al año que viene haya alguno más.