La temporada vivió problemas desde el inicio, una sucesión de conflictos, bajas formas, lesiones y mal fútbol que marcó una clara caída hacia Segunda con cuatro entrenadores de por medio. No se evitó el desastre en un curso nefasto, donde se habló de Champions y todo fue una autopista al infierno.

Mal debut tras una pésima pretemporada (25-VIII)

Los primeros síntomas ya se evidenciaron en verano. La programación de la pretemporada, la Copa América para Diogo, Ayala, Milito y Aimar --cuatro de los presumibles pilares del equipo--y el escaso trabajo físico y táctico en ese periodo ya se evidenciaron en la misma línea de salida. El Zaragoza europeo de Víctor hablaba de Champions, pero un recién ascendido, el Murcia, le dio el primer toque de atención con una clara derrota en el debut por 2-1 que anunció que el mecanismo no iba a funcionar.

Goleada en el Camp Nou y lesión de Matuzalem (26-IX)

El Zaragoza vive una auténtica noche de pesadilla en el Camp Nou. El rombo de Víctor con Aimar como eje ofensivo avisa que es el camino equivocado con una severa derrota por 4-1. El Barcelona pudo humillar a los zaragocistas, pero bajó el pistón en la segunda mitad, donde Touré le hizo una escalofriante entrada a Matuzalem. La lesión pareció hasta más grave, pero se quedó en una rotura del ligamento lateral interno de la rodilla izquierda que le ha lastrado durante toda la temporada.

Eliminación europea ante el modesto Aris (5-X)

Al margen del objetivo, claramente irreal, de intentar el acceso a Champions, la ilusión de esta temporada era la Copa de la UEFA, donde se soñaba con el título y se cayó a las primeras de cambio, con un rival muy inferior, un Aris de Salónica que ganó por la mínima en Grecia y que cayó por 2-1 en La Romareda. El varapalo por esta eliminación sin llegar siquiera a la liguilla fue tremendo, el primer gran síntoma que el proyecto de Agapito, que había vivido un buen primer año, se tambaleaba de forma más que preocupante.

Bronca entre Aimar y D'Alessandro (17-X)

La división en un vestuario al que Víctor llenó de privilegios para algunos jugadores se puso de manifiesto en un entrenamiento, con una bronca entre Aimar, titular fijo para el técnico, y D'Alessandro, que había perdido ese rol. "Haces lo que quieres fuera y dentro de la cancha", le dijo el Cabezón a Pablo, mientras sus compañeros les separaban. Esa bronca fue el preludio, tres días después, de una severa goleada en el Calderón, donde el Zaragoza cayó con estrépito por 4-0 y la figura de Víctor se empezó a mover peligrosamente.

Victoria en Almería y tímida reacción (31-X)

Después del desastre del Calderón, el expediente a Juanfran por sus palabras tras el partido y la tensión de una semana donde Víctor estuvo cerca de caer, el técnico hace cambios frente al Villarreal --sienta a Aimar, que pasa un tiempo a un segundo plano, y D'Alessandro para que sean titulares Sergio García y Óscar-- y el equipo hace un gran partido, con una contundente victoria. Tres días después gana también en Almería, su única victoria fuera en todo el curso, y se coloca séptimo.

Derrota descorazonadora en Huelva (2-XII)

El Zaragoza no arranca a pesar de esa tímida reacción y empieza a encadenar semanas de mal fútbol, en las que pierde ventajas en el marcador y no se solucionan los problemas de Víctor con una parte del vestuario, mientras que se va haciendo patente la separación entre el técnico y el club, sobre todo con el conflicto con D'Alessandro. La derrota en Huelva por 2-1, con una imagen lamentable tras el penalti lanzado por Martins y en el que casi nadie va al rechace, simboliza una caída que empieza a no tener freno.

La pugna de D'Alessando y Víctor se enquista (XII)

La relación entre Víctor Fernández y D'Alessandro se hace insostenible en diciembre. El Cabezón es expulsado de un entrenamiento el 24 de octubre y la situación llega al límite en los últimos partidos de diciembre --Espanyol, Deportivo y Valencia--, donde no es citado alegando lesiones o porque Víctor decide dejarle fuera. La afición condenaría entonces al jugador, que aun con la salida de Víctor tuvo que dejar el equipo y marcharse en febrero al San Lorenzo de Almagro.

Aimar pasa por el quirófano por sus molestias (8-I)

El Cai, la otra piedra angular del juego zaragocista junto a Matuzalem, decide operarse de osteopatía de pubis cuando la amenaza del descenso empieza a ser latente. Víctor le había dado otra vez la camiseta de titular tras un periodo de suplencia, pero la aportación de Aimar es mínima por ese dolor. Es intervenido por el doctor Guillén el 8 de enero y se habla en un principio de dos meses de baja. Estaría tres (volvió ante el Betis el 6 de abril) y su estado físico no ha sido bueno en el tramo final de la competición.

Víctor es destituido y llega Ander Garitano (14-I)

La cuerda se rompe con Víctor tras el empate con el Mallorca, que deja al equipo a dos puntos de la zona de descenso y tras nueve jornadas sin ganar. El técnico se va sin un reproche de La Romareda, que le guardó todo el respeto del mundo, pero los números de su caída son indiscutibles. El club aragonés apuesta por Ander Garitano, entrenador del División de Honor juvenil y sin experiencia en Primera, para tomar las riendas, una decisión arriesgada que saldría mal.

El Zaragoza se despide de la Copa en Santander (16-I)

La llegada de Garitano no impide la eliminación de la Copa en Santander. Ya se había vivido un agónico primer cruce ante el Pontevedra, de Segunda B, y tras el 1-1 con el Racing de La Romareda con Víctor en el banquillo, el técnico vasco dirige su primer partido con solo dos días de trabajo y la derrota por 4-2 deja al Zaragoza sin la última alegría que quedaba hasta fin de curso. Además, Ander empieza a dar tras ese choque en El Sardinero los primeros síntomas de que la responsabilidad y la presión le están superando.

Espantada de Ander tras ganar al Murcia (20-I)

Quizá el episodio más rocambolesco del curso y aún no del todo aclarado, sobre todo por el propio Garitano. Se fue tras ganar al Murcia (3-1) aludiendo problemas personales, superado por las circunstancias y la ansiedad y con el club, que tuvo un buen comportamiento con él, en estado de shock por una decisión inesperada para todos, incluido para Pardeza, su valedor. El Zaragoza elige a Irureta, un técnico con experiencia, para acabar el curso, pero Jabo tampoco fue un acierto.

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