Fue uno de los momentos más esperados de las 24 Horas de Balonmano. Llegó en el descanso del encuentro entre los equipos de Primera del Stadium Casablanca y los locales de Maristas. Las zaragozanas eran unas adelantadas a su tiempo, unas pioneras del balonmano de élite de Aragón. Las protagonistas fueron las jugadoras del Balonmano Zaragoza, que recibieron un homenaje de todo el pabellón aplaudiendo a rabiar. Allí estuvieron Chelo Miñana, Rosa Burgos y Charo Puertas.

En su tiempo vivieron una aventura inolvidable. Fue un 11 de diciembre de 1976 con la disputa de los octavos de final de la Copa de Europa frente al potente equipo de la Alemania Democrática de Leipzig. Fue una época dorada del balonmano femenino aragonés que se prolongó hasta los inicios de los ochenta y que se inició a principios de los años 60 con el Medina.

En 1971 las zaragozanas ya tenían un equipo en la Primera División. Ese histórico conjunto del Medina lo preparaba Juan Antonio Mazón y lo componían Rosario Puertas, Ángeles Granados, Carmen Bona, Feli Cerrada, Chelo Miñana, Sonsoles Barco, Marian Loidi, Chus Viguera, Chon Pérez, Chus Ortega, Rosa Burgos, Elena Laseca, Carmen Vera, Isabel Renales, Cruz Urés y Merche Fuertes.

Chelo Miñana recuerda aquellos momentos inolvidables. «En el partido de ida fue la primera vez que se llenó el pabellón Salduba. Los dieciseisavos pasamos por sorteo y en octavos nos tocó la perita en dulce del Leipzig. Parte de ese equipo fue campeón olímpico y ese año ganaron la Copa de Europa». En el partido de ida las zaragozanas perdieron por un concluyente 11 a 32, En ese encuentro Merche Fuertes logró cinco tantos.

En la vuelta el equipo zaragozano viajó en autobús hasta Alemania Democrática. Fue una verdadera odisea. «Fue un viaje de 36 horas. Cogimos unas colchonetas en el Rincón de Goya, desmontamos los respaldos de los asientos e hicimos cuatro camas en el Pegaso de 59 plazas que las estrenamos para el viaje. Nos llevamos un cubo de basura con hielo y la San Miguel nos proporcionó leche, zumos y agua. Estuvimos alojadas en un caserón tremendo, el Astoria, de ocho estrellas». Reconoce que en la ciudad alemana no llegaron a pasar miedo. «Aunque había muchos policías con metralletas por las calles con perros y reflectores. El pabellón era de 1908, pero el parquet era blando y maravilloso. Arriba estaba la pista y abajo el gimnasio que llamábamos la cámara de torturas al estar lleno de máquinas para hacer ejercicios».

La vuelta

En el partido de vuelta las zaragozanas perdieron por 35 a 7. En las crónicas de la época se decía que el pabellón tenía «600 espectadores. En la pista hacía una calor infernal, unos 26 grados. Allí nadie chillaba. Solo se oía mi voz animando. Los alemanes prefieren ser practicantes que espectadores», explicaba Juan Antonio Mazón, el entrenador. A principios de los ochenta y con Cruz Urés como entrenadora el equipo volvió a jugar la Copa de Europa con el Sporting de Lisboa. Después llegaron las vacas flacas y la desaparición del balonmano de élite en Aragón. El Eurobridas Tritécnica descendió de la División de Honor el 31 de marzo de 1990.