Es la octava cima más alta del mundo con 8.156 metros de altitud. Se encuentra en el Nepal y en sánscrito se denomina la montaña de los espíritus. Tan solo han hollado su cima dos aragoneses, Pepe Garcés y Carlos Pauner. Hace poco días intentaron repetir el éxito de estos dos alpinistas legendarios dos componentes del Club Pirineista Mayencos de Jaca. Eran el zaragozano David Orna y el guipuzcoano de Ordicia Pedro García. Al final no tuvieron suerte y tuvieron que renunciar a la cima. El Manaslu estaba muy peligroso y la pareja decidió no arriesgar sus vidas.

Orna y García compartieron permiso con el riojano Alfredo García, el bilbaino Jonatan García y el catalán Sergi Ruedas. Era el primer ochomil que intentaba Orna, mientras que Pedro García ya tiene una amplia experiencia ochomilista. Ya ha coronado las cimas del Everest, el Gasherbrum I, el Broad Peak, el Shisha Pagnma y dos veces el Cho Oyu.

Partieron desde Madrid el 9 de septiembre. Diez días más tarde llegaban al campamento base, situado a 4.800 metros. «Parecía un poblado gitano. Habría 300 personas de los que 170 eran escaladores». Tras dos días de estancia en el campamento base ascendieron al campo I, situado a 5.600 metros de altitud. «El campamento II lo colocamos a 6.200 metros y volvimos a bajar para aclimatar mejor. Para las grandes expediciones se empezaron a ir de la montaña», dice.

Fue entre el campo II y el III cuando decidieron retirarse. «Estábamos concluyendo la aclimatación cuando a 6.200 metros de altura nos encontramos una grieta sin escaleras y no pudimos saltar. Se habían perdido las cuerdas fijas y nos dimos cuenta de que sin mantenimiento no podíamos subir. Incluso me caí en un puente de nieve y Pedro me tuvo que ayudar a salir. Estábamos solos en la montaña y, si nos hubiera pasado algo, no habíamos tenido ayuda. Por lo que decidimos abandonar». Era el 4 de octubre.

Otros españoles sí que pudieron alcanzar la cima. «El catalán Xavi Arias subió sin oxígeno y sumaba su séptimo ochomil y la andaluza Lina Quesada alcanzaba el quinto de su trayectoria». Orna tenía claro que regresará a la montaña nepalí. «Nos hemos quedado envenenados y se nos ha quedado el corazón allí. Queremos volver en dos años. Es una montaña preciosa, conocemos la ruta, tenemos claro por donde ir, en que época», concluye Orna.