Qué lástima que no se puedan repetir las preciosas imágenes que dejó el primer ascenso con toda Huesca en la calle, la rúa o la celebración en la Plaza de Navarra. Esa fiesta, por desgracia, esta vez no es posible y, aunque la celebración, sin duda, ha sido mucho más descafeinada, no quita para que los seguidores azulgranas hayan gozado, disfrutado y sentido el ascenso.

Además, los aficionados del club altoaragonés dieron una auténtica lección de saber estar, civismo y responsabilidad a pesar de la hazaña. Un comportamiento digno del más grande de los aplausos sin duda. «Me siento extraordinariamente orgulloso de ser el alcalde de esta ciudad», destacó Luis Felipe, que también calificó de «ejemplar» la respuesta de la afición a las llamadas a la prudencia hechas desde el consistorio, las autoridades sanitarias y el propio club.

De hecho, la Policía Local de la ciudad no registró tras el partido ningún incidente «reseñable» ni se produjeron concentraciones de población susceptibles de agravar la situación que atraviesa la ciudad, en fase 2 flexibilizada a causa de nuevos brotes de la pandemia.

Así que, tras no poder hacerlo por la noche, el sábado se convirtió en un desfile de orgullo azulgrana. En cada rincón, cada calle y a cada momento, camisetas del Huesca con caras acompañadas de sonrisas y alegría. El ascenso, como no podía ser de otro modo, fue monotema en la ciudad y no es para menos, porque lo ha vuelto a conseguir el conjunto oscense.

En los bares se vivió con euforia, pero siempre con respeto a las medidas. Uno de los más clásicos sin duda es el Café Bar Álvaro, habitual lugar de reunión azulgrana y sede de la peña 15/06 (fecha del ascenso en Écija). «La gente estaba a tope, las mesas separadas y lleno con el espacio disponible. Cuando marcaron la Ponferradina y el Albacete se vio todo de cara y parecía que se podía aparecer la Virgen. Podría haber sido más grande la celebración, pero hay que hacerlo como nos marca la vida», apunta antes de recalcar que «lo que ha hecho el Huesca es para frotarse los ojos» y que se ha cimentado en algo en lo que coinciden muchos aficionados y que ya aseguró Míchel Sánchez: «Han sido una familia».

Carlos Oliván, Yolanda Martínez y la pequeña Salas (que apenas habla, pero sabe perfectamente que su camiseta es del Huesca) iban perfectamente conjuntados y luciendo colores. «Lo vimos en casa con muchos nervios porque faltaba el resultado de la Ponferradina y ya cuando empezamos a escuchar muchos gritos y petardos salimos al balcón. Si Salas no hubiese sido tan pequeña igual hubiéramos dado una vuelta con el coche», explica Carlos, que también incide en que «en los malos tiempos la directiva ha mantenido la cabeza fría». Y Yolanda apostilla: «Se disfruta pero no se vive igual, nos hubiese gustado estar animando desde El Alcoraz».

Mucha emoción

A José María Hernández se le alargó la noche junto a su sobrino, con el que vio el partido, pero este sábado lucía equipación con la Cruz de San Jorge: «Gocé como un camello, aunque fue una pena no disfrutar del ambiente de ascenso en la calle». Además, también lo vive más porque, recuerda, vio a su equipo «hasta en Regional», y ahora «hemos tenido un equipazo, me lo he pasado muy bien y han ido todos a una», aunque también lamenta que no hubiera público en las gradas: «Este partido en El Alcoraz hubiera sido inolvidable». Un ascenso fue en Lugo y el otro, sin aficionados. Se le resiste esta enorme fiesta al Huesca.

Si en el Café Bar Álvaro hubo jolgorio, el Brasil de Alegría Blan (madre de Álvaro hijo y mujer de Álvaro padre) no se quedó atrás: «Hubo mucho ambiente y la gente estaba muy nerviosa, aunque yo también. Fue muy bonito y nadie se iba porque era muy emocionante», dijo. Además, resaltó que este ascenso «es una inyección muy buena y ayuda a la hostelería y a todo, por lo que hay que valorarlo. Aparte, el equipo se lo ha ganado porque ha luchado mucho».

Por último, los más pequeños también son conscientes de lo que ha logrado el Huesca y no escapan de la felicidad. Hugo Arizón y Mario Vich quisieron mostrar con orgullo sus colores por Huesca y dejaron dos deseos, uno «que ya no hay que bajar» y otro, «ganar al Madrid».