El balonmano es uno de los deportes con mayor historia dentro del colegio de Agustinos, un centro escolar con mil alumnos y que dirige Miguel Paniagua. Este deporte, que nació en 1956, se encuadra dentro del Club Deportivo San Agustín junto al fútbol, el baloncesto y el atletismo. El balonmano está coordinado por Santiago Abad, un clásico de este deporte en el colegio. Pese a que no tenga el peso de canteras como las de Dominicos, Corazonistas y Maristas, siempre ha habido balonmano en este centro.

Santiago Abad recuerda con orgullo que «este deporte nunca ha desaparecido del colegio, que es de estilo neogótico y se construyó tras la Segunda República, y siempre hemos tenido uno o dos equipos. Nuestra mejor época fue entre 1985 y 1990. Fuimos subcampeones de Aragón juvenil y acudimos al Nacional», indica Abad.

El coordinador del balonmano lleva toda la vida en este colegio. «Tengo 49 años y desde los 13 empecé a jugar siendo portero. A los 20 empecé a entrenar a los séniors. Tras un parón por motivos laborales regresé en el año 2000 con el equipo de Segunda Nacional. Pero confieso que me gusta más ser entrenador de base y ahora llevo la escuela». Reconoce que «es una alegría ver cómo aprende tan rápido un niño que no sabe nada. Los cadetes y juveniles son diferentes porque se piensan que lo saben todo», indica.

Este año cuenta con seis equipos escolares, otro dentro del polideportivo de Segunda B masculino y el de veteranos. Casi un centenar de exponentes. «Este deporte está subiendo al igual que el resto del balonmano en Aragón. Se ha extendido el minibalonmano y se ha adaptado el campo al niño, siendo más divertido y más movido». Este año destaca las posibilidades del equipo cadete masculino. «Es un conjunto de primer y segundo año, que lo llevamos entre Francisco Úbeda y yo, y el alevín masculino», apunta.

En cuanto a la filosofía de esta cantera, Abad explica que «hasta alevines es un juego supervisado por los adultos. El objetivo es pasárselo bien, jugar y aprender de la convivencia del equipo. Tienen que conocer el esfuerzo, el compañerismo y el sacrificio. A partir de infantil y cadete comienza la especialización y se buscan objetivos técnicos. Como coordinador superviso el programa de todos los entrenadores». Dentro de Agustinos se quiere hacer un balonmano divertido. «Tenemos un campo de hierba en el que juegan 300 futbolistas y a los niños les entra por los ojos este deporte que ven todos los días por la televisión. Pero nosotros queremos hacer un balonmano divertido, con juegos que generan placer y movimiento. Somos una cantera que está marcada por la habilidad de nuestros niños, que hacen roscas y vaselinas y los padres lo agradecen». Sobre los progenitores, Abad explica que «aquí son muy majos. Aunque los hay que son exjugadores y se hacen pesados porque quieren ayudar», dice.

El próximo 1 de mayo se celebra el campus en el que se pueden captar niños. «Se suelen apuntar unos 60 niños de los que la mitad son nuevos. Hacemos juegos de iniciación, partidillos y tecnificación para los que ya juegan. Han venido al campus jugadores de nivel como Ibai Cano, Javier Ariño, Álvaro del Valle, Jaime Tuquet o Demetrio Lozano», afirma Abad.

Los jugadores tienen cuatro campos exteriores para entrenarse. «Todos los equipos se preparan dos días a la semana una hora. La escuela tiene ocho niños de 6 a 8 años. Empezamos la temporada pocos y terminamos bastantes. Se entrenan un día a la semana de cinco a seis y media. La primera media hora hacen calentamiento, la segunda pase, recepción y desmarque y al final tiros y partidillo», dice Abad.

El colegio vivió un momento muy triste hace poco menos de un mes. La muerte del técnico David Andrés, que tenía 47 años y estuvo vinculado desde niño al centro escolar. «Estuvo como entrenador en Agustinos los últimos 15 años. En el curso 2004 fue subcampeón de Aragón en Segunda Nacional y ahora llevaba al equipo de Segunda B y el cadete masculino». Pero la vida sigue y la gran gala agustiniana llegará el próximo 15 de junio. «Se organiza en el salón de actos del colegio. A los niños se les dan chuches y una medallas. Los padres agradecen el trabajo que hacemos educando a los niños», concluye.